jueves, 29 de mayo de 2025

11~Tu lugar: una serie de consignas ~ Episodio 2

                                


Hoy vas a realizar un recorrido sensible por tu lugar. Ese recorrido le va a permitir a quienes te lean hacer una caminata también sensible a través de los puntos que vayas mostrando en el texto. 

Es una especie de city-tour emocional que puede tener las paradas que vos quieras y te podés quedar el tiempo que desees en cada una de ellas. 

Armá un nuevo mapa y contá ese itinerario como si fueras un guía turístico y se lo estuvieras presentando a alguien que no conoce el lugar. Mostrá puntos que sean significativos para vos, que guarden historias, propias o ajenas, o que inventes para dar forma a ese recorrido. 

 



*La ilustración contiene la tapa del libro interactivo Mapa subjetivo del viaje, de Aniko Villalba. Es un libro con espacios para completar durante un viaje.


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LOS TEXTOS DE USTEDES

Claudia V.
Llegando al cielo
Vas a salir del valle por la Ruta 9 hacia el Norte. Mucha vegetación, recordá que las Yungas no están tan lejos. Dejemos a los costados del camino una serie de pueblitos que asoman entre la vegetación: Lozano, León. El río se esconde tras la espesura.
Si vas para los Carnavales, prestá atención, donde veas casas adornando sus porches con banderines de colores, es que te están esperando. No te van a preguntar el nombre ni de dónde venís, sólo te recibirán con copitas de colores y licores varios, que deberás tomar con cuidado, para poder continuar el viaje.
A mitad de camino, vas a llegar a Volcán, Pueblito que alguna vez quedó sepultado bajo el lodo. Desde la Ruta puede verse la estación de tren, solitaria, casi olvidada cubierta del polvo blanco que el viento trae de la calera. Mucho polvo blanco bajo un cielo celeste impúdico, desnudo de nubes. A partir de allí, el sol te acompañará el resto del trayecto. Atrás quedó la espesura verde y ya empieza a delinearse la cordillera. También te acompañará el río, escondiéndose en su ancho cauce, correteando entre las piedras. Parecería que no está, que se ha ido olvidando sus vestiduras, pero no, está allí, agazapado, esperando las vertientes que derrite el sol y entonces, ¡cuidado! Puede ser fatal.
La ruta va rodeando las montañas, que se levantan imponentes como monstruos dormidos; a la derecha, detrás del río, a la izquierda mostrando el camino del Inca. No trates de recordarlos, sólo admiralos, porque a la vuelta, cuando caiga el sol, parecerán otros, que nunca has visto.
Tomá envión y subí la Cuesta de Bárcena para ver la Quebrada en todo su esplendor. Los pastizales amarillentos se tiñen de verdor al recostarse sobre el río y los cardones se levantan en las laderas como soldados custodiando la Patria.
El primero en recibirte será Tumbaya. Pueblito chiquito, tumbado sobre los cerros a orillas del Río Grande. Con su Iglesia, único personaje en ese pueblito, que espera con ansias recibir a la Virgen de Copacabana el domingo de Ramos. Virgen que habita en los cerros de Punta Corral y baja para la Cuaresma acompañada de bandas de sikuries que la escoltan hasta allí. Los peregrinos comienzan a subir para buscarla y acompañarla en el descenso, por distintos senderos desde la noche anterior.
Dejando Tumbaya, te vas a dirigir, por fin, a ese pueblito abrazado por los cerros. Te recibe, con los colores del arcoíris, brotando desde el centro de la tierra y explotando en las laderas.
Desde allí, caminando entre casas de adobe, vas a llegar a la plaza donde los colores estallan en las artesanías de las cholas.
No podemos dejar de ir al Paseo de los Colorados. Un sendero entre los cerros rojos, donde el viento y el agua esculpió refugios para el disfrute de los más pequeños. Un hilo de agua cristalina y saltarina recorre la acequia y mientras subís casi sin darte cuenta, ves allá adelante un cerro que parece cortado por una sierra, todo marrón y custodiado por altos álamos. El cielo, el cerro, los álamos, alguna plantación de maíz, el sonido del agua en la acequia, el aire… la brisa… rojo bermejo a tu alrededor.
Vas a seguir los senderos carmesíes, cruzando cauces desiertos y descubriendo caminos que nos llevan a otros colores, verdes azulados brillan bajo la luz. Amarillos dorados se confunden con el sol. Sólo caminá… admirá… respirá… hasta que el sendero te abandone sobre el pueblo.
Por la noche recorré sus callecitas polvorientas bajo la luz de la luna. Si podés, abrazadita y en silencio, admirá el sinfín de estrellas que brillan en lo alto. Llevá un ponchito porque la noche siempre es fría y entrá en algún bolichito donde se canta y a veces se baila hasta que las velas no ardan. Reí, cantá, bailá.
Al día siguiente, cruzá el río, mirá los “amarillos” bien de frente y trepá por los cerros viendo pastar las cabras. Subí… un poco más… subí. Mirá las alturas, mirá atrás y seguí subiendo…
Estás llegando al cielo.
 
 
Claudia S.
    Cuando decidas tomarte unos días, aunque sean escasos, no dudes en visitar Las Grutas en la provincia de Río Negro. Bastará pisar esas tierras para conectarte con un lugar que se apropiará de tu cuerpo y te deslizarás por caminos nuevos. Caminos a los que querrás volver una y otra vez con tu memoria más allá de las innumerables fotos que tu cámara o celular puedan captar.
    Además de cualquier consejo que pueda contribuir a ese viaje que va a ser el tuyo, lo que realmente importa es despojarse de la inevitable rutina. Rutina que tardará un tiempo hasta bajar los niveles de estrés. Todo aparece y desaparece con el tiempo. Las fotos quedarán guardadas, aquellas que pudimos revelar. Las que están en los archivos, la mayoría, permanecerán aún más lejanas que las anteriores.
    Por ese motivo, mi viaje se concentra en apreciar cada instante, detesto sacar fotos y menos que me fotografíen. De este lugar que elegí para escribir creo que no tengo ninguna. Todo se conserva nítidamente en mis recuerdos. El color de las aguas captado por mis ojos, lo veo como si ese paisaje lo tuviera frente a mí. Pienso en ese lugar muchas veces y me gustaría volver. Sé que no va a ser el mismo sitio de hace diez años. Porque nunca encontramos esos espacios como los vimos por primera vez. Algunas veces se ven mejores y otras más abandonados. El clima cambia permanentemente y ese que había sido ideal, quizás resulte agobiante cuando vuelvas.
   El centro de la ciudad resultó muy agradable. Los comercios repletos de prendas pintorescas, como cualquier centro turístico. Allí descubrí una sucursal de una librería, ubicada en la avenida principal de Caseros. Todo era asombroso. Lo más importante era saber los movimientos de las mareas para evitar corridas y poder disfrutar de la playa al máximo. Creo que si te gusta nadar en el mar y pasar horas tomando sol no es el lugar adecuado. Tendrías que elegir algún lugar de la costa de Buenos Aires o viajar al exterior. En mi caso en particular, nunca tomo sol. Creo que mi última exposición solar fue involuntaria, caminando por la costa al mediodía y sin ningún protector.
     Uno de los lugares que visitamos, entre otros, fue el Puerto San Antonio Este. Cerca de allí pude ver los carriles de las vías del ferrocarril que conectaba esa ciudad con Bariloche. Hoy todo se mezcla de sensaciones ya que ese tren volvió a funcionar después de muchos años. Ese podría ser uno de los motivos para regresar y poder ver esos rieles que estaban incrustados en la tierra, ahora con el tren en movimiento. Aunque sea, desde el andén pero funcionando mirar no solo turistas, sino personas de esa provincia, impedidas de viajar durante tanto tiempo.
 
Morena
Si agarran un poco por acá y otro poco por allá, 
puede que su suerte los guíe hacia el campo argentino.
Se le llama campo a lo que vive alrededor de la ruta? 
Las vacas se aburrirán?
O será que se entretienen al vernos pasar como me pasa a mi cuando las veo.
Parecen distintas las nubes en el medio de la ruta. Será? 
Me acuerdo que mi hermano me había hecho un chiste sobre que los caballos qué estaban acostados era porque estaban muertos y así yo lo creí. 
Hasta que un día vi uno acostado que se movió y, después de un minuto de creer haber visto la resurrección misma de una especie semejante, noté su picardía y reí de mi inocencia.
Puede que su suerte los guíe más allá de la ciudad brillosa del mar y la plata. 
Ahí está el pato. Ahí está el faro. Qué olor a lobo. 
Acusar al que esté en el auto de ser el causante de ese mal olor. 
Reí mucho.
Puede que después de un rato lleguen a un hermoso camino de árboles. 
Siempre me parecieron majestuosos, así en su naturaleza: Doblados por el viento que durante años los ha acariciado, sujetados entre si con una hermandad envidiable.
Si uno se pierde entre la espléndida arbolada, los vistazos sorpresivos del mar atlantico son pequeños destellos qué preparan a uno para la revelación esperada.
Y así, que te deja sin aliento, aparece el ser hermoso que con su paleta de azules y verdes te saluda. Y claro, te devuelve el aliento con un plus inolvidable. 
Bueno ya eso a cada uno. Eso a mí, específicamente a mí. 
Y cuando mirás para el otro lado? 
Por suerte hay justicia, hay alivio y amparo.
Un pueblo despreocupado y sin exigencias te invita para ser caminado. 
Si llegaron hasta ahí, puede que su suerte haya sido similar a la mía. 
Puede que allí se me encuentre, caminando.
 
Rosana
Hogar
 
Frutales, pavas y latas rebosantes de plantas
Pequeña casita en medio de una porción de Palomar
Nos abrió los brazos, la jungla
Verde, verde, réquete verde
Sin buscarla la encontramos
 
Nos hizo de ella
 
Hoy apenas se esconde tras unas rejas con firuletes
En el jardín, el sol baila entre espejitos
Cuando nos visita el viento
Ella llama a los ángeles
Vive contenta, plena de colores
Huele a sopa, sahumerios y flores
 
Espacio de reunión de pájaros y amigos
El paso del tiempo la hizo crecer
Ampliamos su generoso corazón
y la familia, siempre la familia, en ella
Hablo de un lugar que amo
Hablo de mi lugar en el mundo, mi casa.
 
 
Kari
Ese viaje a Puerto Madryn tuvo muchos de los paisajes y climas que me gusta leer.
No sabíamos si estábamos llegando o no, llevábamos varias horas transitando la ruta en el auto. La noche nos cubrió, pero no sola. La acompañó una tormenta y unas luces extrañas que se veían a lo lejos. ¿Dónde estamos? ¿Vamos bien? Son las preguntas que recuerdo. Un poco de miedo, también. Y fascinación. Porque a las tormentas les tengo respeto y un poquito de miedo, pero muchísima fascinación. Cómo todo lo que ves y sentís
puede cambiar en un segundo cuando la tormenta decide presentarse…
Llegamos vivos al lugar precioso donde nos alojamos, eso fue lo importante. Al día siguiente podríamos empezar a
visitar la zona.
Si tengo que ser sincera, no sé cuál fue de los días de ese fin de semana largo de febrero. Solo recuerdo fragmentos de la ciudad, bordear la playa, encarar para la ruta que nos llevaría a Puerto Pirámides. Las llamas, ¿eran llamas? A veces maldigo mi falta de memoria para ciertas cosas, me encantaría recordar exactamente qué vi, qué era, cómo se llamaban los animales, los lugares, fechas, incluso las fechas históricas y los eventos importantes que se supone todos deberíamos recordar.. Pero entendí, estudiándome con Diseño Humano, que no tengo la habilidad de recordar tanta información exacta. Yo siento. Mucho. Recuerdo perfectamente las sensaciones. Puedo no acordarme ni una pizca de la trama de un libro, pero sí recuerdo muy bien cómo me hizo sentir. Y si me hizo llorar, jamás me lo voy a olvidar.
Volviendo a Puerto Pirámides, no sé si decir que me maravilló cuando llegamos ahí. Recuerdo un terreno desnivelado, como si el almacén donde compramos algo para comer y tomar estuviese más arriba de los negocios de turismo, y estos más arriba de la costa. ¿Sería así? No lo quiero buscar ahora, perdería la magia de no saber si mi cabeza retuvo con precisión lo que yo estoy viendo ahora como un recuerdo.
Fuimos haciendo un recorrido por la ruta, admirando el paisaje, sacando fotos con el celular y la cámara, parando
en los miradores y compartiendo el lugar con algunas otras personas en la misma que nosotros. A mí me da vida la naturaleza, más allá de la obviedad. Me conecta con un pulso, con un ritmo que se siente suave y orgánico para mí. Observar la inmensidad ya no me hace sentir chiquita, al contrario, me maravilla y me llena de energía el saber que pertenezco al mismo lugar donde esas aguas, esos terrenos, esos animales, existen. Solo que, no recuerdo si
durante ese viaje ya me sentía así.
Al regresar, fuimos a sacar fotos al mar, creo que pasamos por algunas piedras y… al rato, estaba frente al
atardecer más hermoso de toda mi vida y ya sé que tengo 32 años y seguramente me falta mucho mundo por recorrer pero estoy casi completamente segura de que será el más maravilloso de todos los que veré. Ese lo recuerdo, en realidad recuerdo sus colores cuando no lo veo. Desde aquel año, ¿2021? Sí, creo que sí, desde el 2021 que tengo la foto como fondo de pantalla de mi Whatsapp. No se aprecia perfecto por todos los mensajes que hay, pero cuando escribo o me escriben cortito, puedo ver más. Esos colores, los tengo en mi mente y no los
puedo describir. Todo es una mezcla de fucsia en el cielo y petróleo en el mar. Uf, sí, no fue la mejor descripción la del mar, pero pensé en el color de ropa petróleo y lo veo así. Y llegaron los rayos, los relámpagos. El cielo hablando y después gritando. La lluvia que nos permitió cenar unas rabas y la tormenta de la vuelta, que no nos dejaba ver bien en la ruta. ¿Qué hacemos? ¿Paramos? Paramos a ayudar unas personas que estaban con el auto al costado de la ruta. Seguimos despacio, con paciencia. El cielo iluminándose, contando una de esas historias de magia y fantasía que tanto me gustan a mí.
 
Adri
Caminos
Este recorrido comienza por el final
o tal vez este final sea el principio
en este final hay cosas que ya no tengo
 y eso que las guardé por mucho tiempo
hace unos días te las habría mostrado
una por una y en detalle
hoy si quisiera hacerlo ya no se dónde buscarlas
y para ser sincera no las extraño
 
Lo que quiero es invitarte a pasar
y también asombrarme con cada rincón
como si no conociera ninguno de mis sitios
desplegar el mapa que no se adónde lleva
y probar distintos caminos
uno que lleve a compartir el vino
otro que termine en mi cama
 
Y alguno para acompañarte a la puerta
cerrarla cuando salgas y tener ganas
de volver a abrirla si volvieras.



Martín
Le invito un paseo por Mi Luna.
 
Se la puede recorrer dando saltitos. Cada pisada va a dejar una fina nube de polvo que termina posándose muy lentamente sobre la superficie igual que hace la espuma en un café recién hecho. Pruebe sin miedo pero sin exagerar, se podría generar una polvareda y no nos podríamos ver hasta mañana.
También podría caminar arrastrando los pies, tal cual lo haría en las playas de arena suave, el efecto sería igualmente inolvidable y el camino recorrido permanecerá inalterable por muchísimo tiempo, tanto tiempo que en tu próxima visita podría recrear su último paseo.
Deberá tener extremo cuidado con los saltos que no deberán ser más fuertes que un saltito transformándose en un viaje interminable. Si en algún momento, ya sea por algún compromiso o aburrimiento, quisieras volver a la Tierra le alcanzaría con un buen salto fuerte y preciso para luego abrir los brazos y dirigir el vuelo.
Aunque no haya cielo ni nubes no debe sentirse nunca desprotegido, tenga en cuenta el inmenso silencio que lo cobija en todo momento. 
Sigamos caminando, lo invito a pisar mis pisadas y así no perdernos, ya que iremos a la parte no explorada, sin mapas ni curiosos. El lado oculto se acostumbró a mí, yo nunca dejé de sorprenderme. Lleno de castillos construidos con el mismo polvo que pisamos y que ninguna ola de ningún mar los podrá derribar y aquí sí que hay mares. Con el tiempo yo también construí los míos, son imperfectos pero son castillos.
Lo invito a seguir caminando siempre sobre mis pisadas, las misma que vengo pisando desde que llegué aquí. Yo no quisiera y usted tampoco derribar ningún castillo.
Mire con atención la fábrica de relojes construidos con burbujas de vidrio tenue y polvo. Dejan ver lo lento y tranquilo que aquí transcurre el tiempo.
Sigamos hasta el mar, habrá que saltar, hagámoslo con extremo cuidado solo debemos caer. Allí nos encontraremos con el mirador más maravilloso de estrellas que solo la imaginación le hubiera invitado a admirar.
Más allá se encontrará mirando con cuidado otros satélites, si se maravilló con el mío no lo invito a quedarse pero podría encontrar el suyo.
Podrá notar nada de viento, dese cuenta, sienta su rostro o su cabello. Se preguntará algo muy importante: ¿Cómo haríamos para remontar un barrilete? Algo posible en el lado oculto, fíjese aquella fábrica de barriletes sin hilos, se sujetan con polvo hilvanado meticulosamente. Entre nosotros le cuento: el secreto es que los barriletes no vuelan aquí, solo flotan y lo hacen muy bien.
Sigamos caminando, sigamos mis propias pisadas de caminatas anteriores, salgamos de este lado, ya estoy algo cansado, vayamos a aquella montañita de polvo donde podremos acostarnos, después de todo no hay nada más perfecto que descansar a la luz de la Tierra.


Laly
Esta tierra hermosa a la que recuerdo con gran cariño -Luján de Cuyo en la pcia de Mendoza- es de gran vegetación y enormes extensiones, sin hacinamientos y con un clima riguroso a no dudarlo -calor de morir en pleno verano y fríos rigurosos en invierno-. 
Allí aún hoy no se conoce la falta de agua y ésta corre por las acequias que bordean cuanta vereda encuentran a lo largo  y ancho de kilómetros de extensión, regalando su sonido y cristalina presencia.

Es la riqueza incolora que se ansía tener en el propio terruño, además de ver y oír su paso por los viñedos,  embalses, diques y ríos que se enriquecen en cada temporada. Siempre es el agua pura y transparente que cae de las montañas como un cristal que canta al verde del paisaje por donde se mire, o marrón según las alturas o grises acerados de las cordilleras que miran curiosas el paso de los siglos

Tan rica y frondosa es la provincia, que hasta es común al caminar por la calle, retirarles los esquejes de las bases a los árboles que brotan -rozando las veredas- para que no resten energía al crecimiento y mantenimiento de los mismos.

Es fácil ver -durante alguna excursión por los yacimientos- una llama solitaria e importante quemando combustible en forma permanente en medio de la soledad del paisaje convidando a éstos sus gases sobrantes,  mostrando audaces lenguas de fuego y otras de humo a 
cambio de obtener menos movimientos de tierra -temblores- disminuyendo en algo el espanto de los seres vivos por estos últimos. 
Advierten así posibilidades de entretejer los fenómenos y condiciones que son propios del lugar expuestos a los cambios.

La ciudad de Mendoza en los 20 años en que residí,  tenía pocos teatros a los que llegaban algunas compañías de Buenos Aires y por otro lado algunos cines no muy diferentes de los que habían en las ciudades cercanas a ella, como en el caso de Luján de Cuyo en 
donde también se disfrutaba de un teatro con compañías locales de la región que solían llegar y era un placer concurrir.

En la actualidad el paisaje que conocí ya no existe, la ciudad está aggiornada, con anchas avenidas, edificios antisísmicos aunque las viviendas bajas todavía a su manera compiten. Las autopistas fueron muy bien recibidas y la  Avenida principal San Martín dejó de 
inundarse hace muchos años ya que dejaron de existir los canales a cielo abierto. 

Ésta última está construída en una fuerte depresión geográfica motivo por el que fácilmente recibía -como una gran olla- el fluído de los canales de la ciudad y las acequias, además del caudal pluvial. Según entiendo todo esto ha sido superado.

Algunas de mis amigas de la primaria con las que aún tengo contacto se ven de vez en cuando para tomar algo y charlar, después me lo comentan y me siento integrada, esto no deja de ser para mí un dato de color.


Verdes y fuertes esquejes 
Acunan los vientos de aquellos días 
Se funden con mis realidades
que contemplo en el espejo de mi océano.




 





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Musiquita del día: Les dejo por aquí esta canción de Memphis la blusera. Se llama Alma bajo la lluvia. Hay un lugar que es especial para alguien, una ciudad, un barrio, unas cosas que pasan. 







*Esta serie de consignas está inspirada en el último mundial de escritura organizado por Santiago Llach

martes, 20 de mayo de 2025

10-Tu lugar ~ Una serie de consignas: episodio 1



Elegí un lugar que ames, que te guste mucho, o al que estés ligado emocionalmente por cualquier motivo. Puede ser el lugar en el que naciste, un lugar en el que hayas vivido muchos años, un lugar al que hayas viajado y del que te hayas enamorado, un lugar con el que sueñes, un lugar que siempre deseaste visitar y solo conocés por fotos o por la web.

El lugar puede ser: un barrio, un pueblo, una ciudad, una playa, un accidente geográfico, un país. En definitiva, cualquier lugar que ames o que odies, pero que te importe, que no te sea indiferente. Una vez que hayas elegido ese lugar, escribí un texto en forma de lista (sí, otra lista jejeje) en el que enumeres las razones por las cuales es importante para vos.
Si querés podés empezar cada oración con las mismas palabras, por ejemplo: todas las oraciones pueden empezar con “amo Córdoba porque…” o “Buenos Aires es mi ciudad porque…” o “vuelvo a Mar del Plata porque…”.

Podés jugar con el tiempo y también con las oraciones, que pueden ser algunas cortitas y otras más largas.

►IMPORTANTE: Esta consigna es la primera de una serie (de, al menos, cuatro consignas, quizás más) que va a girar alrededor de este lugar. Si ves que el lugar se agota apenas empezás a escribir, te sugiero que pruebes con otro hasta que encuentres uno del que tengas mucho para decir.

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LOS TEXTOS DE USTEDES


Claudia S.
Me encantó Península de Valdés primeramente porque la visitamos con una pareja que conocimos en Las Grutas, provincia de Río Negro.
Me encantó el clima agradable porque no padecí la humedad que caracteriza la zona donde vivo.
Me encantó Puerto Pirámides por el color de esas aguas verde esmeralda y su playa y el barco, semejante a un tipo de paraíso.
Me encantó la pasividad en ese lugar porque me encontré por unas horas sin ningún tipo de conexión tecnológica.
Me encantó Puerto Madryn, donde compartimos la merienda con nuestros compañeros de viaje.
Me encantó observar lobos marinos alimentando a sus crías en las costas.
Disfruté del paisaje de su vegetación y de sus aves.
Disfruté de esa excursión porque a pesar de haber comenzado desde muy temprano y extendido hasta el atardecer, pude conocer muchos lugares.
Me encantaron esas vacaciones porque conocí gente nueva y pude intercambiar experiencias y anécdotas.
 Me gustaría volver allí para seguir explorando lugares que me quedaron pendientes de visitar.
 
 
Lauri
Amo Córdoba porque es el lugar donde recuerdo mis primeras vacaciones
Porque festejé muchos de mis cumpleaños en el camping de Cosquín
Porque en ese camping había un puente que atravesaba el río y pasaba un tren
Porque me regalaron una reposera plegable cuando cumplí cinco y por testaruda me apreté un dedo al abrirla
Porque esa vez todo el camping me cantó el feliz cumpleaños
Porque los viajes eran largos y mis preguntas acababan con la paciencia de todos
Porque mis primos vivían en La Falda, en un hotel con un parque inmenso y tenían de mascota un águila
Porque vivieron allí un tiempo mis tíos preferidos
Porque celebré mis 15 años en su casa
Porque pasé unas vacaciones de invierno sola con ellos
Porque de adolescente soñaba con vivir allá
Porque todavía lo sigo soñando
Porque cada rincón de la provincia es una postal
Por la alegría de la gente
Porque casi muero en unas vacaciones y ahora es solo una anécdota risueña
Por los ponchitos de pelo de llama que me compraba mi mamá y me obligaban a usarlos para ir al colegio
Porque vuelvo cada vez que puedo
Porque en la altura de sus sierras le hice frente al vértigo
Por sus arroyitos escondidos
Porque la energía de sus piedras sana
Porque la historia de algunas regiones me conmueve
Porque el Uritorco despertó mi fascinación
Por los alfajores
Porque vi el fuego devastando árboles y casas y animales y personas
Porque volví a lugares que recordaba el verde y todo era ceniza
Porque presencié el dolor de otros y lo hice mío
Porque conviven la sequía con las inundaciones
Porque volví después de mucho tiempo y me volví a enamorar de cada lugar que visité
Porque me llevó a la parte feliz de mi infancia
Por sus pájaros
Porque pude despertar con el sonido del río chocando con las piedras
Porque amo sentir el agua correr cuando me recuesto sobre las piedras
Porque me gusta el reflejo del sol en la mica que tienen sus piedras
Por la peperina y demás yuyos
Por el folclore que me lleva a tanta gente que amo
Por las curvas y contra curvas de los caminos
Por la arquitectura de algunas construcciones
Por el recuerdo de familia
Por la decepción de niña la primera vez que vi el cucú de Carlos Paz
Por las noches de música y asado con amigos
Porque no hay mosquitos
Porque puedo caminar y descubrir que la emoción sigue latente en cada lugar que piso
Por el chiste fácil de los cordobeses
Por mi primo Norberto
Porque su cielo tiene muchas más estrellas y una luna más grande
Porque algunos lugares parecen sacados de un cuento
Porque su capital no tiene nada que envidiar a Buenos Aires
Por la tonada
Por su aire caluroso durante los días de verano, por sus noches frescas
Por su frio intenso y seco del invierno, por la nieve que se deja ver cada tanto
Por los silencios casi mágicos de la noche
Porque su naturaleza y yo nos entendemos
Porque cada vez que voy descubro algo nuevo
Porque es donde me encuentro.
 
 
Kari
Elijo volver a La Patagonia porque me insistió para estar en esta lista, a pesar de que quería elegir otro lugar.
Elijo volver a La Patagonia porque me endulza con sus colores.
Elijo volver a La Patagonia porque sus caminos son portales.
Elijo volver a La Patagonia para respirar la calma de sus silencios.
Elijo volver a La Patagonia para que no sea más que fotos viejas en mi teléfono.
Elijo volver a La Patagonia para observar la variedad de sus sonidos.
Elijo volver a La Patagonia porque sus rutas me llevan a donde siempre quise ir y no sabía cómo llegar.
Elijo volver a La Patagonia para escuchar su cobijo en la inmensidad.
Elijo volver a La Patagonia porque hay lugares que aún no conozco.
Elijo volver a La Patagonia para escapar de lo que me atrapa en la ciudad.
Elijo volver a La Patagonia porque me magnetizan los recuerdos de mi visita.
Elijo volver a La Patagonia y capturar más fondos de pantalla soñados.
Elijo volver a La Patagonia porque no fui el pasado verano.
Elijo volver a La Patagonia para perderme en sus atardeceres mágicos.
Elijo volver a La Patagonia porque está en mi visionboard de este año.
Elijo volver a La Patagonia porque me llama y quiero responder a su deseo de encontrarnos.
 
 
 
Morena
Chapadmalal 
Hay un lugar que no me exige.
Hay un lugar donde no me exijo nada más que el estar presente. 
La suerte rebotó en mí cuando le permitió a mi familia conocer y hacerse su sitio en ese lugar sagrado.
Ese lugar reservado a los ojos del mundo qué me susurra otra realidad tan deseable. 
ahí las cosas son sin apuro.
La naturaleza en su expresión sincera.
Los pájaros,
los bichos,
los sapos,
todos con su verdadera cara, lejos del mundo, en sus mundos.
Alquimia perfecta.
La quietud del campo y la complicidad que existe entre el mar y el sol.
No puedo más que sentir gratitud al poder presenciar su tan preciado pacto, su encuentro íntimo. 
El aire es sanador, la arena es suave, el sonido del mar es el sendero más directo para reconectarme. 
me ha conocido y aceptado en todas mis estaciones.
me devolvió vitalidad al yo ofrecerme en pedazos.
Como si no fuese justo. Como si fuese un favor, la tierra me regala un espacio donde ser, junto a ella, libre.
 
 
Claudia V
A M O
Amo ese pueblito abrazado por los cerros.
Amo su sol siempre brillante, que los pinta de distintos colores y
Amo que acaricie suavemente mi piel jugando con el viento.
Amo su cielo azul de postal de vacaciones entrecortado entre picos verdes, rojos y amarillos.
Amo la serenidad que invade mi alma mientras transito sus calles y contemplo sus cerros.
Amo su gente y sus colores.
Amo su piel morena y las trenzas renegridas de sus cholas.
Amo sus callecitas polvorientas en las noches bajo las estrellas.
Amo su río cantarín con sus guijarros juguetones.
Amo la luna sobre los cerros que no le teme al sol durante el día.
Amo la alegría de los carnavales y la tristeza de la cuaresma.
Amo el sonido dulce de la quena y la nostalgia de las zampoñas.
Y amo el llanto de una caja lejana cantando coplas.
 
 
Rosana
Bienvenida
 
Para entrar a mi casa atraviese el jardín
Siga la línea del pasillo que bordea la pileta
Pase por debajo del arco de las palmeras
No se despiste al mirar lantanas y asclepias
Son el seguro arribo de monarcas en primavera
Para entonces, ya habrá transitado más de un tercio de mi hogar
Abra la puerta, siéntese cómodamente en cualquier sillón del living
Disfrute el aroma del sahumerio, de las esencias relajantes
Mire detenidamente los cuadros detrás del sillón principal
Verá en blanco y negro los colores de esta familia
Si necesita una cama para descansar, para dormir, ahí la tiene, se puede quedar
Si pasa a la cocina le cebo un mate sentado alrededor de esta mesa redonda
Mire las plantas que cuelgan vigorosas sobre el estante del marco de la ventana
Esta cocina de especias, de platos blancos y copas para el vino será como un refugio
En el que compartiremos el pan
Siéntase usted bienvenido por favor
Y desde aquí vea la parrilla del quincho y el sol del patio de atrás
Habrá llegado entonces, recorriendo las venas, al corazón de mi casa
Mi lugar favorito en el mundo.
Mi hogar
 
 
Adri
Amo Buenos Aires
aunque duela y me de miedo
aún así los domingos de sol es todo un lujo
ir con el mate cerca del río
con un libro, una reposera
y, si dios quiere, una buena compañía
Amo buenos aires
aunque las distancias son inmensas
y las calles duelen sus sueños sin casa
y los semáforos son cómplices
de los pibes que venden o limpian parabrisas
juntando unas monedas para morfar
Amo Buenos Aires
aunque no entiendo
donde se perdieron los juegos de la siesta,
mí mamá llamando ¡a tomar la leche!
y los que entrábamos
éramos todos los que jugábamos
en las veredas con árboles.
Amo Buenos Aires
aunque muchas veces quiero irme
abandonarla
no acordarme más de ella ni en mis sueños
enterrarla en el olvido y ofenderla
para que no me siga donde vaya
pero acá estoy
 
Y sigo amándola
 
 
Martín
La Luna

Me imagino que es el mejor lugar para estar sentado en una pequeña montañita de polvo y admirar las estrellas.

Me fascina la idea de dar un pequeño saltito y terminar muy lejos, tal vez en algún cráter.

¿Será este asteroide parecido al b612?

El silencio seguramente lo ocuparía todo.

Si quisiera volver a la tierra me alcanzaría con un buen salto y abrir los brazos más adelante.

No habría nada de viento, ningún polen entraría en los ojos aunque tampoco podría remontar barriletes.

Sería testigo de todo aquello que se esconde en el lado oscuro.

Dormiría a la luz de la Tierra.

Se podrían hacer muchos y muy grandes castillos de polvo que ninguna marea alta hará desaparecer.

Un lugar donde podría dedicarme a fabricar relojes de arena que midan el tiempo muy lentamente.

Podría correr hasta el cansancio sin perderme pudiendo regresar sobre mis huellas.

Un lugar donde nadie podría interrumpirme.

 

 

 
 

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Les dejo por aquí este tema de Joaquín Sabina, "Cerrado por derribo"; es del álbum 19 días y 500 noches. Y lo comparto con ustedes porque allí menciona en un verso "el invierno en Mar del Plata", ustedes saben, mi lugar en el mundo. La musiquita del día















*Esta serie de consignas está inspirada en el último mundial de escritura organizado por Santiago Llach.

sábado, 10 de mayo de 2025

9-Autorretratos

Hoy vamos a leer algunos autorretratos de poetas. El autorretrato es un texto donde quien escribe se describe a sí mismo, de distintas maneras. Puede haber descripción física, psíquica, emocional... ya verán en los ejemplos que pueden ser bien distintos. Es una mirada de unx mismx, subjetiva y profunda, como la que realizan los artistas visuales también. Pintores, fotógrafos, escultores, hacen sus retratos. 

Siempre responden a un momento de la vida del artista, ¿o acaso no vamos cambiando? Tal vez hayan visto que muchos pintores hacen autorretratos a lo largo de sus vidas. Frida Kahlo, por ejemplo, tiene varios (justamente, elegí uno de ella como ilustración de esta entrada, Autorretrato con collar de espinas y colibrí).

Van, entonces, los poemas que seleccioné para ustedes.



Autorretrato
Nicanor Parra (Chile, 1914/2018)
 
Considerad, muchachos,
Este gabán de fraile mendicante:
Soy profesor en un liceo obscuro,
He perdido la voz haciendo clases.
(Después de todo o nada
Hago cuarenta horas semanales).
¿Qué les dice mi cara abofeteada?
¡Verdad que inspira lástima mirarme!
Y qué les sugieren estos zapatos de cura
Que envejecieron sin arte ni parte.
 
En materia de ojos, a tres metros
No reconozco ni a mi propia madre.
¿Qué me sucede? -¡Nada!
Me los he arruinado haciendo clases:
La mala luz, el sol,
La venenosa luna miserable.
Y todo ¡para qué!
Para ganar un pan imperdonable
Duro como la cara del burgués
Y con olor y con sabor a sangre.
¡Para qué hemos nacido como hombres
Si nos dan una muerte de animales!
 
Por el exceso de trabajo, a veces
Veo formas extrañas en el aire,
Oigo carreras locas,
Risas, conversaciones criminales.
Observad estas manos
Y estas mejillas blancas de cadáver,
Estos escasos pelos que me quedan.
¡Estas negras arrugas infernales!
Sin embargo yo fui tal como ustedes,
Joven, lleno de bellos ideales
Soñé fundiendo el cobre
Y limando las caras del diamante:
Aquí me tienen hoy
Detrás de este mesón inconfortable
Embrutecido por el sonsonete
De las quinientas horas semanales.
 
  
 
Autorretrato
Rosario Castellanos (México, 1925/1074)
 
Yo soy una señora: tratamiento
arduo de conseguir, en mi caso, y más útil
para alternar con los demás que un título
extendido a mi nombre en cualquier academia.
 
Así, pues, luzco mi trofeo y repito:
yo soy una señora. Gorda o flaca
según las posiciones de los astros,
los ciclos glandulares
y otros fenómenos que no comprendo.
 
Rubia, si elijo una peluca rubia.
O morena, según la alternativa.
(En realidad, mi pelo encanece, encanece.)
 
Soy más o menos fea. Eso depende mucho
de la mano que aplica el maquillaje.
 
Mi apariencia ha cambiado a lo largo del tiempo
—aunque no tanto como dice Weininger
que cambia la apariencia del genio—. Soy mediocre.
Lo cual, por una parte, me exime de enemigos
y, por la otra, me da la devoción
de algún admirador y la amistad
de esos hombres que hablan por teléfono
y envían largas cartas de felicitación.
Que beben lentamente whisky sobre las rocas
y charlan de política y de literatura.
 
Amigas… hmmm… a veces, raras veces
y en muy pequeñas dosis.
 
En general, rehúyo los espejos.
Me dirían lo de siempre: que me visto muy mal
y que hago el ridículo
cuando pretendo coquetear con alguien.
 
Soy madre de Gabriel: ya usted sabe, ese niño
que un día se erigirá en juez inapelable
y que acaso, además, ejerza de verdugo.
Mientras tanto lo amo.
 
Escribo. Este poema. Y otros. Y otros.
Hablo desde una cátedra.
 
Colaboro en revistas de mi especialidad
y un día a la semana publico en un periódico.
 
Vivo enfrente del Bosque. Pero casi
nunca vuelvo los ojos para mirarlo. Y nunca
atravieso la calle que me separa de él
y paseo y respiro y acaricio
la corteza rugosa de los árboles.
 
Sé que es obligatorio escuchar música
pero la eludo con frecuencia. Sé
que es bueno ver pintura
pero no voy jamás a las exposiciones
ni al estreno teatral ni al cine-club.
 
Prefiero estar aquí, como ahora, leyendo
y, si apago la luz, pensando un rato
en musarañas y otros menesteres.
 
Sufro más bien por hábito, por herencia, por no
diferenciarme más de mis congéneres
que por causas concretas.
 
Sería feliz si yo supiera cómo.
Es decir, si me hubieran enseñado los gestos,
los parlamentos, las decoraciones.
 
En cambio me enseñaron a llorar. Pero el llanto
es en mí un mecanismo descompuesto
y no lloro en la cámara mortuoria
ni en la ocasión sublime ni frente a la catástrofe.
 
Lloro cuando se quema el arroz o cuando pierdo
el último recibo del impuesto predial.
 
 
 
Autorretrato
Pablo Neruda (Chile, 1904/1973)
 
Por mi parte, soy o creo ser duro de nariz,
mínimo de ojos, escaso de pelos
en la cabeza, creciente de abdomen,
largo de piernas, ancho de suelas,
amarillo de tez, generoso de amores,
imposible de cálculos,
confuso de palabras,
tierno de manos, lento de andar,
inoxidable de corazón,
aficionado a las estrellas, mareas,
maremotos, administrador de
escarabajos, caminante de arenas,
torpe de instituciones, chileno a perpetuidad,
amigo de mis amigos, mudo
de enemigos,
entrometido entre pájaros,
mal educado en casa,
tímido en los salones, arrepentido
sin objeto, horrendo administrador,
navegante de boca
y yerbatero de la tinta,
discreto entre los animales,
afortunado de nubarrones,
investigador en mercados, oscuro
en las bibliotecas,
melancólico en las cordilleras,
incansable en los bosques,
lentísimo de contestaciones,
ocurrente años después,
vulgar durante todo el año,
resplandeciente con mi
cuaderno, monumental de apetito,
tigre para dormir, sosegado
en la alegría, inspector del
cielo nocturno,
trabajador invisible,
desordenado, persistente, valiente
por necesidad, cobarde sin
pecado, soñoliento de vocación,
amable de mujeres,
activo por padecimiento,
poeta por maldición
y tonto de capirote.
 
 
Autorretrato
Claribel Alegría (Nicaragua, 1924/2018)
 
Malogrados los ojos
Oblicua la niña temerosa,
deshechos los bucles.
Los dientes, trizados.
Cuerdas tensas subiéndome del cuello.
Bruñidas las mejillas,
sin facciones.
Destrozada.
Sólo me quedan los fragmentos.
Se han gastado los trajes de entonces.
Tengo otras uñas,
otra piel,
¿Por qué siempre el recuerdo?
Hubo un tiempo de paisajes cuadriculados,
de gentes con ojos mal puestos,
mal puestas las narices.
Lenguas saliendo como espinas
de acongojadas bocas.
Tampoco me encontré.
Seguí buscando
en las conversaciones con los míos,
en los salones de conferencia,
en las bibliotecas.
Todos como yo
rodeando el hueco.
Necesito un espejo.
No hay nada que me cubra la oquedad.
Solamente fragmentos y el marco.
Aristados fragmentos que me hieren
reflejando un ojo,
un labio,
una oreja,
Como si no tuviese rostro,
como si algo sintético,
movedizo,
oscilara en las cuatro dimensiones
escurriéndose a veces en las otras
aún desconocidas.
He cambiado de formas
y de danza.
Voy a morirme un día
y no sé de mi rostro
y no puedo volverme.
 



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CONSIGNA DE ESCRITURA

¿Adivinan? Síiiiiiii. Escriban su autorretrato. Les propongo un plus: me los mandan y cuando los compartimos en el próximo encuentro, no revelamos el autor o autora sino que ustedes van arriesgando de quién podrá ser: por descripción y por estilo. ¿Qué les parece?

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La musiquita de hoy: 









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LOS TEXTOS DE USTEDES

Claudia V.
 
Me pinto en palabras
¡Ya soy una señora grande! ¡Me resisto!¡ No quiero!
Odio a los espejos que reflejan el paso de los años y amo los que me dicen que sigo siendo la misma que aún sueña.
Soy melancólica por naturaleza, quizás arrastrando un dolor ancestral o quizás porque ser feliz genera culpa.
Romanticona. De amores secretos, imposibles e inalcanzables.
Educada sin manuales. Admiradora de pájaros en vuelo. Tímida engañosa y artista caprichosa. ¿Valiente?... A la fuerza.
Amiga leal, lejos de traiciones. Jamás interesada ni ambiciosa.
Me dicen que no soy gorda, pero el abandono de las hormonas y mi afición a los dulces, ensancharon mis ancas y borraron mi cintura.
Parezco segura y bien plantada lo que me ha traído algunos problemas, aunque en el fondo nunca confío en mí misma. Será por eso que cuando dicen que soy bonita y hasta me confunden con alguna legendaria figura, me halaga, pero nunca lo creo del todo.
Mi voz es particularmente profunda, cálida y hasta puede resultar seductora. Transmite cierta paz a quien la escucha. (Eso me dicen)
Aquella melena renegrida hoy oculta canas y suaviza arrugas bajo un tinte cobrizo, para no pasarme del todo al “bando de las rubias”.
Mi cara, angulosa de mentón fuerte y definido, va perdiendo sus formas, pero sigue ostentando fortaleza en el carácter.
Mis ojos, ni claros, ni oscuros, pueden decírtelo todo: cuánto que te amo o cuánto te odio. Todo depende de vos.
De paso lento, sin apuros, viajante de estrellas, buscadora de mares, coleccionista de guijarros.
Mis mejillas, siempre arreboladas por la timidez o encendidas por algún rubor, no dejan asomar la palidez.
Y mis arrugas… huellas de momentos felices adornan mi mirada; los momentos de duda, se reflejan en el entrecejo y el beso contenido, en los labios.
Mis manos nudosas por el tiempo, cálidas y generosas, guardan caricias y recuerdan esfuerzos.
Escribo, bailo, leo, enseño y aprendo cada día. Coso, tejo y “abro la puerta para ir a jugar”.
Paseo todos los días por mi jardín que me invita a soñar. Retengo la respiración cuando los pájaros se acercan y doy la bienvenida a cada pimpollo que comienza a entreabrirse.
Soy la destinataria de cada canción romántica que escucho. Prefiero las pinturas de mis nietos a las grandes obras.
Nunca me siento del todo sola, porque me acompañan mis sueños y mis recuerdos y converso con ellos a riesgo de parecer lunática.
 
 
Lauri
 
¿Quién sos?
me preguntan
 
Y no sé qué decir
no me conozco tanto
sé que cometí errores
pero algo hay a mi favor
estoy segura
de ser buena gente.
 
Como el común de los mortales
he tenido alegrías
llorado tristezas
recibido algunos golpes
y también
como casi todos
me levanté
y seguí andando.
 
Tengo un cuerpo
como el de cualquiera
una voz
que no siempre es escuchada
una testarudez que
a veces me complica
una paciencia que
generalmente me salva
una pasión escondida
entre un montón de temores
y un sinfín de propósitos
que me mantienen viva.
 
No sé bien quien soy
¿cómo definirme?
si cada vez
las dudas son mayores
entonces
cuando toca responder
digo mi nombre
sonrío
y hago silencio.
 
 
 
 
Claudia S.
Autorretrato
 
Soy una dama con varias décadas andantes.
Sé escuchar o al menos me lo impongo.
Trato de pensar de manera cuidadosa y
retener en ese tiempo la palabra dicha sin retorno.
Vivo en un barrio no muy lejos del centro,
un centro donde abundan edificios
 cada vez más altos, donde escasea la sombra.
Mi cuadra convive entre árboles que se extinguen en veredas rotas y
gente que vive enfrente y ni siquiera se saluda.
Soy alguien que intenta escribir textos
con la influencia de reconocidos escritores.
Poesías, narraciones, microcuentos.
Lo simple volcado en un papel apresurado,
lo complejo apropiado de un Cortázar.
Me detengo en Proust para recordar
 a partir de los sabores y busco ese paladar
tan exquisito en historias de otras tierras.
Me gusta tomar mate en familia o
con amigos, como también
la soledad de un té caliente y poco azucarado.
Soy bastante antigua, no mando audios y
mis mensajes son suficientemente claros y breves.
Me encanta escuchar el silencio en las mañanas,
evitar el espejo, no mirar mi cabello,
 siempre terrible ante mis ojos.
Tengo defectos como todos,
el peor es ser excesivamente puntual en una cita,
y el menor es exigir que los demás lo sean.
 
 
Kari
 
Debe haber cosas que no sé de mí pero
sí sé que dentro mío hay un océano
a veces deseoso de tragarse a los
navegantes que osan tocar sus aguas
a veces tan calmo que ni me entero que sigue ahí
 
Tengo los ojos de mi nono, dice mi papá
y los veo, cuando cambian de color
Tengo las piernas de mi abuela
tengo la pera de mamá, la cara de mi tía
y mi esencia es bastante parecida a la de mi papá
Bastante
 
Algunos podrían pensar que vivo
más allá que acá, pero ellos no saben
que en realidad yo soy la que vive más acá
aunque a veces ni yo misma
pueda descifrar cómo este lugar
 
Antes me asustaba amar y que me lastimaran
Ahora creo que también, quizás un poco menos
Pero aprendí que no puedo a medias tintas
Y tenés que saber que si te voy a amar
te voy a amar con todas tus letras,
y las mías
 
Nos hemos peleado con mi pelo tantos años
pero por suerte ya no lo hacemos tanto
Fue difícil nuestro vínculo en la adolescencia
donde las miradas ajenas mandaban
para algunas cosas
Ahora en nuestra relación, nos aceptamos
indomables
 
Soy única e inigualable
dijo nadie, nunca
aunque sé que sí lo soy
por más que me lo olvide a veces
 
Hay varias cosas que me olvido
trato de no hacerlo tan seguido
Respetar mis tiempos y mi mirada del mundo
Los anillos en la cocina, el baño o algún bolsillo
Descansar lo que necesito
Pintarme las uñas
Bailar para liberar el cuerpo
Confiar en mí misma
 
(quizás podría dejar este poema a mano
para cada tanto releerlo y asegurarme
de no olvidarme nada)
 
Quiero recordar ser tan salvaje como el océano
tan suave como la miel en la garganta de invierno
tan resistente como el quebracho
tan mágica como un hada
 
Para saber lo que no sé de mí,
tendré que preguntárselo a alguien más
 
 
Morena
El reflejo me muestra a una niña adulta.
Esta mezcla extraña en la que me convierto en oportunidades me deja ver ambas caras afrontando mi ser.
Insensatamente susceptible al imaginario,
Contante trabajadora en mi misma.
Estudiante diaria de mis emociones,
Aprendiz que recién camina.
Cuando me veo corrompida por el paso apurado de esta mente inquieta, 
Freno,
Respiro 
Y alento los pasos.
Mas de una vez se me puede encontrar sonriendo sola apreciando los regalos de la vida divina.
Hay un par de piedras que de imprevisto se me colaron en el zapato y a decir verdad, me molestan.
Con el tiempo, esas piedras se acomodan y el caminar sigue firme al camino. 
La sobreinformación de esta época me abruma y me pone temerosa.
Me hace pensar irremediablemente en el futuro y la falta de control me ofuzca de vez en cuando.
Si, pispeo la puerta del miedo.
Pero la esperanza es mi mejor fortuna y aprendo a volar encontrando esas fuentes de felicidad que me anestesian un poco con el simple hacer y dejar de pensar.
 
 
Nélida
Soy, a no dudarlo, alguien que ha vivido con todo lo que eso significa para cada persona, llámese claridad, aciertos, errores, dudas y también he guerreado, compartido y aceptado dentro de un margen de lo que para mí significó "normalidad"... ¡Aunque a veces no! echando mano a lo opuesto.
En ocasiones suelo sentirme como una "alegre brisa" entre los días de mi vida y otras alucino  
temas que ya pasaron y que en su momento no sabía cómo tratarlos.
¿Por qué no me animé a ser libre en mi primera juventud? No disfruté de cosas al crecer y dejé escapar por mandatos incorporados hasta el día de hoy -que advierto de vez en cuando desde un vetusto archivo en mi memoria arrinconado y prensado por mí- o porque me di cuenta que no era el momento y ahí quedaron. 
Cambié la mirada cuando aún no veía que esa sociedad no tan lejana para mí, podía pasar a ser muy diferente y mejor de lo que se imaginaba a los tiempos por llegar.
No sabía si los mandatos eran árboles frutales que daban "mandatitos" o monstruos que interrumpían en ocasiones -o mejor dicho siempre- no tengo ganas de ser amable con mis fantasmas del ayer que asustaban a mis ideas geniales que solían ser muy divertidas y  estaban en mí. 
Mi hermano 10 años mayor tenía libertades -cuando aún vivía en casa-, que yo añoraba para mi futuro, sin comprender que no estaría con mis padres para siempre y saldría del nido para hacer mi propia vida.
Cuántas cosas quedaron olvidadas en la lista renovada para los fines de año, en las que "debía" intercalar el estudio del que no estaba muy enamorada, pero tampoco sabía caminar sin él a mi lado.
Cuántas veces me emocioné pensando en lo genial que sería salir de gira por el interior con un par de actores jóvenes y conocidas coreutas del lugar, de quienes apenas me rondan lejanamente sus nombres...
Eran líderes en reuniones juveniles nuestras, junto al grupo que los acompañaba por distintas ciudades, me parecía tan inocente que tuve ganas de ser una más de ellos y me contuve pensando si todo sería tan fantástico como se oía en los relatos, y pudiendo decidir en silencio lo que hacer no avancé.
Rocé el matrimonio siendo también muy joven y tampoco me animé a encararlo por ese entonces, por suerte supe que no estaba segura de si lo que sentía era el amor verdadero y si así hubiera sido por las dudas pensé en lo que me hubiera dicho mi hermano si hubiera estado vivo: ¡nena! que te vas a casar tan joven, seguí estudiando por favor y andá a la facu- por tanto no dudé más y me retiré muy convencida y aliviada ... 
Ni así supe que no estaba enamorada, luego enteré a mis padres que quedaron atónitos.
¿Quién soy yo? 
Soy una mujer pensante y observadora, loca y divertida, en ocasiones vulnerable y por contrapartida segura ante el peligro, capaz de arrollarlo si hace falta aunque luego quede de cama y con la mirada de un niño asustado.
 
Soy la misma que sufrió consciente... No tantas veces pero sí fuerte y a fondo.
Soy la misma que supo años después seguir adelante sin prisa.
Soy la misma que supo formar su historia que la respalda y resume.
 
 
Martín
Autorretrato
 
La cama. ¡Qué lindo es estar en la cama! En los días de verano tirarme luego de la ducha solo con el sonido de un ventilador dejando que el viento le murmure a la piel. Durante el invierno impiadoso quedarme escondido debajo de todo acolchado existente esperando que el frío nunca me encuentre. Se hace el día y voy de la cama al baño del baño a la cocina de la cocina a otro rincón cualquiera. Hay que saltar un poquito la soga y quedo mirando el bar. ¡ah el bar! ¡Qué cosas ricas hay ahí!, y van 50 saltitos y paro unos segundos y voy a la cocina a preparar el café. ¡oh el café! ¡Qué rico es el café! al menos el que yo preparo. Y van otros 50 y tiro la soga lejos y como alguna fruta y veo el café saliendo de la máquina su espuma su aroma y otra vez la soga y otros 50 y basta, me quedo sin tiempo y la soga queda en el piso desmayada. De reojo las botellas del bar deciden esperar un ratito. Una fruta, café con leche y el día, todo el resto del día todo igual todo tedioso y luego mucho después, leer algo y un ruidito me distrae, escribir algo y un pensamiento me detiene, ordenar algo y las botellas me llaman con un ruidito a golpe y bueno, ¿Cuál habrá sido? ¿Una sola o varias? una sola no puede golpearse, deben ser varias y mezclo algo y agrego unos hielos y mientras lo bebo veo una pila de cosas que deberían tener otro orden o estar en otro sitio tal vez en el lugar que no tiene luz aún porque no arreglé la tecla pero cuando quise hacerlo algo me distrajo y las cosas quedan donde están en el orden que ahora tienen. Y la soga me suplica enredándose en mis pies y la aparto, a esta hora solo yo suplico. Mientras bebo un poquito leo algo y escribo en algún papel otro algo y veo la máquina de café pero antes, entre el café y mi vista hay un chocolate y se suma y el café entiende que será para mañana. Ya hay una cena preparándose y música pasando por entre el humo de la cocción y llega sabrosa y seguro algo le aporta al sabor. Y luego los platos abandonados igual que la soga que está quieta y no entiende. Luego el baño donde se queda la ropa y la noche y la cama. ¡ah la cama!
 
 
Adri
ASI
Me cuesta hablar de mí, soy buena para escuchar, conecto con facilidad con las personas cuando son de mirar a los ojos.
Siento que soy comprensiva, pero a veces exagero, entonces empiezo a justificar conductas que me hieren. Para organizar tengo un gran sentido práctico, por eso en los grupos soy la que coordina acciones cuando hay algún propósito en común.
Soy artista, lo siento en el alma, me gusta actuar, escribir, cantar, alguna vez hice danzas, pero si tengo que dibujar o pintar una cara parece una careta y un gato se confunde con un mono.
Alguna vez sentí que no quería más la vida, y anduve un tiempo viendo todo muy oscuro y triste. Por suerte ganó la vida y pude ver qué lo que lo que no quería era seguir viviendo cómo lo estaba haciendo, que podía empezar un camino con otros recursos, y elegí quedarme.
Creo que en general tengo un grado lógico de optimismo y realismo, pero confieso que ese realismo en ocasiones se pone de acuerdo con el pesimismo. Por suerte se me pasa cantando y cuando mis fantasmas arrastran sus cadenas oxidadas, a esos los espanto escribiendo.