sábado, 10 de mayo de 2025

9-Autorretratos

Hoy vamos a leer algunos autorretratos de poetas. El autorretrato es un texto donde quien escribe se describe a sí mismo, de distintas maneras. Puede haber descripción física, psíquica, emocional... ya verán en los ejemplos que pueden ser bien distintos. Es una mirada de unx mismx, subjetiva y profunda, como la que realizan los artistas visuales también. Pintores, fotógrafos, escultores, hacen sus retratos. 

Siempre responden a un momento de la vida del artista, ¿o acaso no vamos cambiando? Tal vez hayan visto que muchos pintores hacen autorretratos a lo largo de sus vidas. Frida Kahlo, por ejemplo, tiene varios (justamente, elegí uno de ella como ilustración de esta entrada, Autorretrato con collar de espinas y colibrí).

Van, entonces, los poemas que seleccioné para ustedes.



Autorretrato
Nicanor Parra (Chile, 1914/2018)
 
Considerad, muchachos,
Este gabán de fraile mendicante:
Soy profesor en un liceo obscuro,
He perdido la voz haciendo clases.
(Después de todo o nada
Hago cuarenta horas semanales).
¿Qué les dice mi cara abofeteada?
¡Verdad que inspira lástima mirarme!
Y qué les sugieren estos zapatos de cura
Que envejecieron sin arte ni parte.
 
En materia de ojos, a tres metros
No reconozco ni a mi propia madre.
¿Qué me sucede? -¡Nada!
Me los he arruinado haciendo clases:
La mala luz, el sol,
La venenosa luna miserable.
Y todo ¡para qué!
Para ganar un pan imperdonable
Duro como la cara del burgués
Y con olor y con sabor a sangre.
¡Para qué hemos nacido como hombres
Si nos dan una muerte de animales!
 
Por el exceso de trabajo, a veces
Veo formas extrañas en el aire,
Oigo carreras locas,
Risas, conversaciones criminales.
Observad estas manos
Y estas mejillas blancas de cadáver,
Estos escasos pelos que me quedan.
¡Estas negras arrugas infernales!
Sin embargo yo fui tal como ustedes,
Joven, lleno de bellos ideales
Soñé fundiendo el cobre
Y limando las caras del diamante:
Aquí me tienen hoy
Detrás de este mesón inconfortable
Embrutecido por el sonsonete
De las quinientas horas semanales.
 
  
 
Autorretrato
Rosario Castellanos (México, 1925/1074)
 
Yo soy una señora: tratamiento
arduo de conseguir, en mi caso, y más útil
para alternar con los demás que un título
extendido a mi nombre en cualquier academia.
 
Así, pues, luzco mi trofeo y repito:
yo soy una señora. Gorda o flaca
según las posiciones de los astros,
los ciclos glandulares
y otros fenómenos que no comprendo.
 
Rubia, si elijo una peluca rubia.
O morena, según la alternativa.
(En realidad, mi pelo encanece, encanece.)
 
Soy más o menos fea. Eso depende mucho
de la mano que aplica el maquillaje.
 
Mi apariencia ha cambiado a lo largo del tiempo
—aunque no tanto como dice Weininger
que cambia la apariencia del genio—. Soy mediocre.
Lo cual, por una parte, me exime de enemigos
y, por la otra, me da la devoción
de algún admirador y la amistad
de esos hombres que hablan por teléfono
y envían largas cartas de felicitación.
Que beben lentamente whisky sobre las rocas
y charlan de política y de literatura.
 
Amigas… hmmm… a veces, raras veces
y en muy pequeñas dosis.
 
En general, rehúyo los espejos.
Me dirían lo de siempre: que me visto muy mal
y que hago el ridículo
cuando pretendo coquetear con alguien.
 
Soy madre de Gabriel: ya usted sabe, ese niño
que un día se erigirá en juez inapelable
y que acaso, además, ejerza de verdugo.
Mientras tanto lo amo.
 
Escribo. Este poema. Y otros. Y otros.
Hablo desde una cátedra.
 
Colaboro en revistas de mi especialidad
y un día a la semana publico en un periódico.
 
Vivo enfrente del Bosque. Pero casi
nunca vuelvo los ojos para mirarlo. Y nunca
atravieso la calle que me separa de él
y paseo y respiro y acaricio
la corteza rugosa de los árboles.
 
Sé que es obligatorio escuchar música
pero la eludo con frecuencia. Sé
que es bueno ver pintura
pero no voy jamás a las exposiciones
ni al estreno teatral ni al cine-club.
 
Prefiero estar aquí, como ahora, leyendo
y, si apago la luz, pensando un rato
en musarañas y otros menesteres.
 
Sufro más bien por hábito, por herencia, por no
diferenciarme más de mis congéneres
que por causas concretas.
 
Sería feliz si yo supiera cómo.
Es decir, si me hubieran enseñado los gestos,
los parlamentos, las decoraciones.
 
En cambio me enseñaron a llorar. Pero el llanto
es en mí un mecanismo descompuesto
y no lloro en la cámara mortuoria
ni en la ocasión sublime ni frente a la catástrofe.
 
Lloro cuando se quema el arroz o cuando pierdo
el último recibo del impuesto predial.
 
 
 
Autorretrato
Pablo Neruda (Chile, 1904/1973)
 
Por mi parte, soy o creo ser duro de nariz,
mínimo de ojos, escaso de pelos
en la cabeza, creciente de abdomen,
largo de piernas, ancho de suelas,
amarillo de tez, generoso de amores,
imposible de cálculos,
confuso de palabras,
tierno de manos, lento de andar,
inoxidable de corazón,
aficionado a las estrellas, mareas,
maremotos, administrador de
escarabajos, caminante de arenas,
torpe de instituciones, chileno a perpetuidad,
amigo de mis amigos, mudo
de enemigos,
entrometido entre pájaros,
mal educado en casa,
tímido en los salones, arrepentido
sin objeto, horrendo administrador,
navegante de boca
y yerbatero de la tinta,
discreto entre los animales,
afortunado de nubarrones,
investigador en mercados, oscuro
en las bibliotecas,
melancólico en las cordilleras,
incansable en los bosques,
lentísimo de contestaciones,
ocurrente años después,
vulgar durante todo el año,
resplandeciente con mi
cuaderno, monumental de apetito,
tigre para dormir, sosegado
en la alegría, inspector del
cielo nocturno,
trabajador invisible,
desordenado, persistente, valiente
por necesidad, cobarde sin
pecado, soñoliento de vocación,
amable de mujeres,
activo por padecimiento,
poeta por maldición
y tonto de capirote.
 
 
Autorretrato
Claribel Alegría (Nicaragua, 1924/2018)
 
Malogrados los ojos
Oblicua la niña temerosa,
deshechos los bucles.
Los dientes, trizados.
Cuerdas tensas subiéndome del cuello.
Bruñidas las mejillas,
sin facciones.
Destrozada.
Sólo me quedan los fragmentos.
Se han gastado los trajes de entonces.
Tengo otras uñas,
otra piel,
¿Por qué siempre el recuerdo?
Hubo un tiempo de paisajes cuadriculados,
de gentes con ojos mal puestos,
mal puestas las narices.
Lenguas saliendo como espinas
de acongojadas bocas.
Tampoco me encontré.
Seguí buscando
en las conversaciones con los míos,
en los salones de conferencia,
en las bibliotecas.
Todos como yo
rodeando el hueco.
Necesito un espejo.
No hay nada que me cubra la oquedad.
Solamente fragmentos y el marco.
Aristados fragmentos que me hieren
reflejando un ojo,
un labio,
una oreja,
Como si no tuviese rostro,
como si algo sintético,
movedizo,
oscilara en las cuatro dimensiones
escurriéndose a veces en las otras
aún desconocidas.
He cambiado de formas
y de danza.
Voy a morirme un día
y no sé de mi rostro
y no puedo volverme.
 



~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
CONSIGNA DE ESCRITURA

¿Adivinan? Síiiiiiii. Escriban su autorretrato. Les propongo un plus: me los mandan y cuando los compartimos en el próximo encuentro, no revelamos el autor o autora sino que ustedes van arriesgando de quién podrá ser: por descripción y por estilo. ¿Qué les parece?

                                                                ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~



La musiquita de hoy: 









~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
LOS TEXTOS DE USTEDES

Claudia V.
 
Me pinto en palabras
¡Ya soy una señora grande! ¡Me resisto!¡ No quiero!
Odio a los espejos que reflejan el paso de los años y amo los que me dicen que sigo siendo la misma que aún sueña.
Soy melancólica por naturaleza, quizás arrastrando un dolor ancestral o quizás porque ser feliz genera culpa.
Romanticona. De amores secretos, imposibles e inalcanzables.
Educada sin manuales. Admiradora de pájaros en vuelo. Tímida engañosa y artista caprichosa. ¿Valiente?... A la fuerza.
Amiga leal, lejos de traiciones. Jamás interesada ni ambiciosa.
Me dicen que no soy gorda, pero el abandono de las hormonas y mi afición a los dulces, ensancharon mis ancas y borraron mi cintura.
Parezco segura y bien plantada lo que me ha traído algunos problemas, aunque en el fondo nunca confío en mí misma. Será por eso que cuando dicen que soy bonita y hasta me confunden con alguna legendaria figura, me halaga, pero nunca lo creo del todo.
Mi voz es particularmente profunda, cálida y hasta puede resultar seductora. Transmite cierta paz a quien la escucha. (Eso me dicen)
Aquella melena renegrida hoy oculta canas y suaviza arrugas bajo un tinte cobrizo, para no pasarme del todo al “bando de las rubias”.
Mi cara, angulosa de mentón fuerte y definido, va perdiendo sus formas, pero sigue ostentando fortaleza en el carácter.
Mis ojos, ni claros, ni oscuros, pueden decírtelo todo: cuánto que te amo o cuánto te odio. Todo depende de vos.
De paso lento, sin apuros, viajante de estrellas, buscadora de mares, coleccionista de guijarros.
Mis mejillas, siempre arreboladas por la timidez o encendidas por algún rubor, no dejan asomar la palidez.
Y mis arrugas… huellas de momentos felices adornan mi mirada; los momentos de duda, se reflejan en el entrecejo y el beso contenido, en los labios.
Mis manos nudosas por el tiempo, cálidas y generosas, guardan caricias y recuerdan esfuerzos.
Escribo, bailo, leo, enseño y aprendo cada día. Coso, tejo y “abro la puerta para ir a jugar”.
Paseo todos los días por mi jardín que me invita a soñar. Retengo la respiración cuando los pájaros se acercan y doy la bienvenida a cada pimpollo que comienza a entreabrirse.
Soy la destinataria de cada canción romántica que escucho. Prefiero las pinturas de mis nietos a las grandes obras.
Nunca me siento del todo sola, porque me acompañan mis sueños y mis recuerdos y converso con ellos a riesgo de parecer lunática.
 
 
Lauri
 
¿Quién sos?
me preguntan
 
Y no sé qué decir
no me conozco tanto
sé que cometí errores
pero algo hay a mi favor
estoy segura
de ser buena gente.
 
Como el común de los mortales
he tenido alegrías
llorado tristezas
recibido algunos golpes
y también
como casi todos
me levanté
y seguí andando.
 
Tengo un cuerpo
como el de cualquiera
una voz
que no siempre es escuchada
una testarudez que
a veces me complica
una paciencia que
generalmente me salva
una pasión escondida
entre un montón de temores
y un sinfín de propósitos
que me mantienen viva.
 
No sé bien quien soy
¿cómo definirme?
si cada vez
las dudas son mayores
entonces
cuando toca responder
digo mi nombre
sonrío
y hago silencio.
 
 
 
 
Claudia S.
Autorretrato
 
Soy una dama con varias décadas andantes.
Sé escuchar o al menos me lo impongo.
Trato de pensar de manera cuidadosa y
retener en ese tiempo la palabra dicha sin retorno.
Vivo en un barrio no muy lejos del centro,
un centro donde abundan edificios
 cada vez más altos, donde escasea la sombra.
Mi cuadra convive entre árboles que se extinguen en veredas rotas y
gente que vive enfrente y ni siquiera se saluda.
Soy alguien que intenta escribir textos
con la influencia de reconocidos escritores.
Poesías, narraciones, microcuentos.
Lo simple volcado en un papel apresurado,
lo complejo apropiado de un Cortázar.
Me detengo en Proust para recordar
 a partir de los sabores y busco ese paladar
tan exquisito en historias de otras tierras.
Me gusta tomar mate en familia o
con amigos, como también
la soledad de un té caliente y poco azucarado.
Soy bastante antigua, no mando audios y
mis mensajes son suficientemente claros y breves.
Me encanta escuchar el silencio en las mañanas,
evitar el espejo, no mirar mi cabello,
 siempre terrible ante mis ojos.
Tengo defectos como todos,
el peor es ser excesivamente puntual en una cita,
y el menor es exigir que los demás lo sean.
 
 
Kari
 
Debe haber cosas que no sé de mí pero
sí sé que dentro mío hay un océano
a veces deseoso de tragarse a los
navegantes que osan tocar sus aguas
a veces tan calmo que ni me entero que sigue ahí
 
Tengo los ojos de mi nono, dice mi papá
y los veo, cuando cambian de color
Tengo las piernas de mi abuela
tengo la pera de mamá, la cara de mi tía
y mi esencia es bastante parecida a la de mi papá
Bastante
 
Algunos podrían pensar que vivo
más allá que acá, pero ellos no saben
que en realidad yo soy la que vive más acá
aunque a veces ni yo misma
pueda descifrar cómo este lugar
 
Antes me asustaba amar y que me lastimaran
Ahora creo que también, quizás un poco menos
Pero aprendí que no puedo a medias tintas
Y tenés que saber que si te voy a amar
te voy a amar con todas tus letras,
y las mías
 
Nos hemos peleado con mi pelo tantos años
pero por suerte ya no lo hacemos tanto
Fue difícil nuestro vínculo en la adolescencia
donde las miradas ajenas mandaban
para algunas cosas
Ahora en nuestra relación, nos aceptamos
indomables
 
Soy única e inigualable
dijo nadie, nunca
aunque sé que sí lo soy
por más que me lo olvide a veces
 
Hay varias cosas que me olvido
trato de no hacerlo tan seguido
Respetar mis tiempos y mi mirada del mundo
Los anillos en la cocina, el baño o algún bolsillo
Descansar lo que necesito
Pintarme las uñas
Bailar para liberar el cuerpo
Confiar en mí misma
 
(quizás podría dejar este poema a mano
para cada tanto releerlo y asegurarme
de no olvidarme nada)
 
Quiero recordar ser tan salvaje como el océano
tan suave como la miel en la garganta de invierno
tan resistente como el quebracho
tan mágica como un hada
 
Para saber lo que no sé de mí,
tendré que preguntárselo a alguien más
 
 
Morena
El reflejo me muestra a una niña adulta.
Esta mezcla extraña en la que me convierto en oportunidades me deja ver ambas caras afrontando mi ser.
Insensatamente susceptible al imaginario,
Contante trabajadora en mi misma.
Estudiante diaria de mis emociones,
Aprendiz que recién camina.
Cuando me veo corrompida por el paso apurado de esta mente inquieta, 
Freno,
Respiro 
Y alento los pasos.
Mas de una vez se me puede encontrar sonriendo sola apreciando los regalos de la vida divina.
Hay un par de piedras que de imprevisto se me colaron en el zapato y a decir verdad, me molestan.
Con el tiempo, esas piedras se acomodan y el caminar sigue firme al camino. 
La sobreinformación de esta época me abruma y me pone temerosa.
Me hace pensar irremediablemente en el futuro y la falta de control me ofuzca de vez en cuando.
Si, pispeo la puerta del miedo.
Pero la esperanza es mi mejor fortuna y aprendo a volar encontrando esas fuentes de felicidad que me anestesian un poco con el simple hacer y dejar de pensar.
 
 
Nélida
Soy, a no dudarlo, alguien que ha vivido con todo lo que eso significa para cada persona, llámese claridad, aciertos, errores, dudas y también he guerreado, compartido y aceptado dentro de un margen de lo que para mí significó "normalidad"... ¡Aunque a veces no! echando mano a lo opuesto.
En ocasiones suelo sentirme como una "alegre brisa" entre los días de mi vida y otras alucino  
temas que ya pasaron y que en su momento no sabía cómo tratarlos.
¿Por qué no me animé a ser libre en mi primera juventud? No disfruté de cosas al crecer y dejé escapar por mandatos incorporados hasta el día de hoy -que advierto de vez en cuando desde un vetusto archivo en mi memoria arrinconado y prensado por mí- o porque me di cuenta que no era el momento y ahí quedaron. 
Cambié la mirada cuando aún no veía que esa sociedad no tan lejana para mí, podía pasar a ser muy diferente y mejor de lo que se imaginaba a los tiempos por llegar.
No sabía si los mandatos eran árboles frutales que daban "mandatitos" o monstruos que interrumpían en ocasiones -o mejor dicho siempre- no tengo ganas de ser amable con mis fantasmas del ayer que asustaban a mis ideas geniales que solían ser muy divertidas y  estaban en mí. 
Mi hermano 10 años mayor tenía libertades -cuando aún vivía en casa-, que yo añoraba para mi futuro, sin comprender que no estaría con mis padres para siempre y saldría del nido para hacer mi propia vida.
Cuántas cosas quedaron olvidadas en la lista renovada para los fines de año, en las que "debía" intercalar el estudio del que no estaba muy enamorada, pero tampoco sabía caminar sin él a mi lado.
Cuántas veces me emocioné pensando en lo genial que sería salir de gira por el interior con un par de actores jóvenes y conocidas coreutas del lugar, de quienes apenas me rondan lejanamente sus nombres...
Eran líderes en reuniones juveniles nuestras, junto al grupo que los acompañaba por distintas ciudades, me parecía tan inocente que tuve ganas de ser una más de ellos y me contuve pensando si todo sería tan fantástico como se oía en los relatos, y pudiendo decidir en silencio lo que hacer no avancé.
Rocé el matrimonio siendo también muy joven y tampoco me animé a encararlo por ese entonces, por suerte supe que no estaba segura de si lo que sentía era el amor verdadero y si así hubiera sido por las dudas pensé en lo que me hubiera dicho mi hermano si hubiera estado vivo: ¡nena! que te vas a casar tan joven, seguí estudiando por favor y andá a la facu- por tanto no dudé más y me retiré muy convencida y aliviada ... 
Ni así supe que no estaba enamorada, luego enteré a mis padres que quedaron atónitos.
¿Quién soy yo? 
Soy una mujer pensante y observadora, loca y divertida, en ocasiones vulnerable y por contrapartida segura ante el peligro, capaz de arrollarlo si hace falta aunque luego quede de cama y con la mirada de un niño asustado.
 
Soy la misma que sufrió consciente... No tantas veces pero sí fuerte y a fondo.
Soy la misma que supo años después seguir adelante sin prisa.
Soy la misma que supo formar su historia que la respalda y resume.
 
 
Martín
Autorretrato
 
La cama. ¡Qué lindo es estar en la cama! En los días de verano tirarme luego de la ducha solo con el sonido de un ventilador dejando que el viento le murmure a la piel. Durante el invierno impiadoso quedarme escondido debajo de todo acolchado existente esperando que el frío nunca me encuentre. Se hace el día y voy de la cama al baño del baño a la cocina de la cocina a otro rincón cualquiera. Hay que saltar un poquito la soga y quedo mirando el bar. ¡ah el bar! ¡Qué cosas ricas hay ahí!, y van 50 saltitos y paro unos segundos y voy a la cocina a preparar el café. ¡oh el café! ¡Qué rico es el café! al menos el que yo preparo. Y van otros 50 y tiro la soga lejos y como alguna fruta y veo el café saliendo de la máquina su espuma su aroma y otra vez la soga y otros 50 y basta, me quedo sin tiempo y la soga queda en el piso desmayada. De reojo las botellas del bar deciden esperar un ratito. Una fruta, café con leche y el día, todo el resto del día todo igual todo tedioso y luego mucho después, leer algo y un ruidito me distrae, escribir algo y un pensamiento me detiene, ordenar algo y las botellas me llaman con un ruidito a golpe y bueno, ¿Cuál habrá sido? ¿Una sola o varias? una sola no puede golpearse, deben ser varias y mezclo algo y agrego unos hielos y mientras lo bebo veo una pila de cosas que deberían tener otro orden o estar en otro sitio tal vez en el lugar que no tiene luz aún porque no arreglé la tecla pero cuando quise hacerlo algo me distrajo y las cosas quedan donde están en el orden que ahora tienen. Y la soga me suplica enredándose en mis pies y la aparto, a esta hora solo yo suplico. Mientras bebo un poquito leo algo y escribo en algún papel otro algo y veo la máquina de café pero antes, entre el café y mi vista hay un chocolate y se suma y el café entiende que será para mañana. Ya hay una cena preparándose y música pasando por entre el humo de la cocción y llega sabrosa y seguro algo le aporta al sabor. Y luego los platos abandonados igual que la soga que está quieta y no entiende. Luego el baño donde se queda la ropa y la noche y la cama. ¡ah la cama!
 
 
Adri
ASI
Me cuesta hablar de mí, soy buena para escuchar, conecto con facilidad con las personas cuando son de mirar a los ojos.
Siento que soy comprensiva, pero a veces exagero, entonces empiezo a justificar conductas que me hieren. Para organizar tengo un gran sentido práctico, por eso en los grupos soy la que coordina acciones cuando hay algún propósito en común.
Soy artista, lo siento en el alma, me gusta actuar, escribir, cantar, alguna vez hice danzas, pero si tengo que dibujar o pintar una cara parece una careta y un gato se confunde con un mono.
Alguna vez sentí que no quería más la vida, y anduve un tiempo viendo todo muy oscuro y triste. Por suerte ganó la vida y pude ver qué lo que lo que no quería era seguir viviendo cómo lo estaba haciendo, que podía empezar un camino con otros recursos, y elegí quedarme.
Creo que en general tengo un grado lógico de optimismo y realismo, pero confieso que ese realismo en ocasiones se pone de acuerdo con el pesimismo. Por suerte se me pasa cantando y cuando mis fantasmas arrastran sus cadenas oxidadas, a esos los espanto escribiendo.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario