miércoles, 25 de junio de 2025

15 ~ Jorge Teillier: el poeta de los lares

 


Eso fue la felicidad: dibujar en la escarcha figuras sin sentido

Jorge Teillier (Chile, 1935-1996)
 
 



"La poesía es la verdadera vida", verdad que puede ser vivida en la tranquilidad de la aldea o en el bullicio de los bares, en la soledad de los bosques sureños o de los solitarios domingos urbanos 'mirando los últimos reflejos del sol en los vidrios'".
La concepción de la poesía propuesta por Jorge Teillier oscila entre estas dos variantes. Por una parte está impregnada por el deseo del poeta de configurar un espacio propio, de carácter mítico, relacionado con un modo de vivir particular, aquel que alude a la idea del "lar", al lugar del tiempo perdido, y a la empresa de recuperarlo en la poesía, a través de ciertos íconos recurrentes, como el sur de Chile, los bosques pluviosos y mágicos, los trenes que se pierden en la bruma, los pequeños fantasmas familiares. Por otra, subyace la idea de la soledad urbana, los bares y los marginados boxeadores, la bohemia y ese "gastar los codos en todos los mesones" que le haría tan conocido entre sus lectores. Constante resulta además una cierta noción de desencanto en su poesía, la que, unida a otras características epocales nos revelará a un poeta perteneciente a un grupo generacional bastante influyente en la literatura nacional, la Generación literaria de 1950.
En mayo de 1965, movido por aquel impulso de configurar aquel espacio mítico antes mecionado, publicó "Los poetas de los lares", ensayo en el que revisa la obra de todo un grupo de poetas que centraron su obra en la provincia, la infancia y el respeto por las tradiciones, inaugurando una importante vertiente de la poesía nacional, la poesía lárica o de los lares.
Sus obras han sido traducidas al francés, italiano, sueco, ruso, polaco, alemán y portugués.



COSAS VISTAS (de Poemas secretos, Chile, 1965)
Publicado en Diario de Poesía, N°1, Argentina, invierno de 1986
 

1
Nieva
y todos en la ciudad
quisieran cambiar de nombre
 
2
Una locomotora de lata
abandonada en la basura.
Una araña teje en ella su red
y sólo atrapa una gota de rocío.
 
3
Con el grito amarillo
del aromo
se despierta la mañana.
 
4
Temo no verte más
cuando la pompa de jabón
que echas a volar por la ventana
se lleva reflejado tu rostro.
 
5
Los árboles están lejos
pero un día
llegaremos a ser árbol.
 
6
Sentado en el fondo del patio
trato de pensar qué haré en el futuro,
pero sigo el vuelo del moscardón
cuyo oro es el único que podría atrapar,
y pierdo el tiempo saludando al caballo
al que puse nombre un mediodía de infancia
y que ahora asoma
su triste cabeza entre los geranios.
 
7
Las primeras luciérnagas:
un niño corre a buscarlas
para su amigo enfermo.
 
8
En el espejo del armario
veo mi imagen borrada
por la del antepasado que jamás conocí.
 
9
Yo me invito a entrar
a la casa del vino
cuyas puertas siempre abiertas
no sirven para salir.
 
10
La muerte dice que no existe
para que creamos en ella
y la llamemos.
 
11
Los perros ladran en el patio
al invitado triste de los domingos.
Sólo vienen a saludarlo los gorriones.
 
12
Nada que agregar
a la siesta de la silla de paja
frente a la piedra redonda.
 
13
Mosca
que sobrevives al verano:
al fin tengo alguien
con quién hablar.
 
14
Un gato y una mariposa
peligrosamente cerca.
 
15
El gato vagabundo
sentado en el cerco
es más grande que el parque y la casa solariega.
 
16
El gato cansado de comer
huye de la carne que le ofrezco:
"Me gustaría ver el día —dices tú—
en donde vea a un poeta huir del vino."
 
17
Nunca sabrás que te amo
porque conoces el tercer nombre
que tiene cada gato
y que hasta ahora sólo había conocido
el propio gato.
 
18
Nos dejan de herencia
una Bomba.
Pero ella caerá
sobre nosotros.
 
19
Un árbol me despierta
y me dice:
"Es mejor despertar.
Los sueños no te pertenecen.
Mira, mira los gansos
abriendo sus grandes alas blancas,
mira los nidales de las gallinas
bajo el automóvil abandonado."
 
20
En la casa de madera
sueño con el canto de los pájaros
que anidaron una vez en este bosque.
 
21
Estoy en la Carretera Panamericana.
El auto pasa frente al almacén
donde una vez
hablé contigo hace años.
Pero ya no recuerdo si era en este pueblo o en otro.
 
22
Si el mismo camino que sube
es el que baja
lo mejor es mirarlo
inmóvil desde una ventana.
 
23
No puedo ir a hablar con ustedes.
Perdonen mi mala educación.
Prefiero asistir sin ser invitado
a tomar un té infinito
con el Lirón, la Liebre y el Sombrerero loco.
 
24
Los charcos
abren ojos aterrados
al oír a los patos.
 
25
Mientras no cesan los golpes de los dados
tres bicicletas relucientes de frío
esperan pacientes y cabizbajas
afirmadas en la pared de la cantina.
 
26
Fuego bajo las cenizas
y en el muro
la sombra de los amigos muertos.
 
27
Veinte años después
ha resultado
que los mejores alumnos
son los de la escuela de la cimarra.
 
28
Se me había olvidado:
Una campanada = pasajeros del norte.
Dos campanadas = pasajeros del sur.
Tres = carga del norte.
Cuatro = carga del sur.
Esto lo aprendí una vez en un lugar cuyo nombre no importa
donde ya ninguna campana
anuncia ningún tren.
 
29
Un vaso de cerveza,
una piedra, una nube,
la sonrisa de un ciego
y el milagro increíble
de estar de pie en la tierra.
 
30
Una batea en medio del patio.
La ropa ajena
flamea en los alambres,
la familia de los cuidadores
se reúne
en torno a la primera sandía.
 
31
Un huevo fresco
olvidado
al pie del muro divisorio
al fondo
acurrucada
la escala de tijeras
y
(pero no por último)
un montón
de rastrilladas hojas
listas para el fuego.
 
32
Mi hija me pregunta:
¿Dónde estuve yo antes
que ustedes nacieran?
 
33
Bajo una misma lámpara
unos escriben poemas
otros falsifican moneda.
 
34
Aún se pueden ver en el barro
las pequeñas huellas del queltehue
muerto esta mañana.
 
35
La tierra en primavera
y las ruedas del tren
aplastan las hormigas.
 
36
Las negras casas quieren atravesar el río,
pero se detienen en las orillas,
y allí son mendigos inválidos y rencorosos
mirando el lento vuelo de los patos silvestres.
 
37
Los raídos penachos de los álamos
saludan el regreso de la luz.
La tierra cree resucitar
y también nuestro amor.
 
38
La niebla hace a todos personajes
de un libro de cuentos de hadas
leídos en la torre que se incendiará.
 
44
Un vaso de cerveza,
una piedra, una nube,
la sonrisa de un ciego
y el milagro increíble
de estar de pie en la tierra.


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CONSIGNA DE ESCRITURA

Tomando la idea de mínima extensión de los poemas que componen esta serie titulada Cosas vistas, construí tus propios poemas / textos brevísimos sobre tu propio paisaje cotidiano, tus propias cosas vistas. Se trata de ver esos pequeños eventos diarios con otra mirada, o esas "historias mínimas" (a propósito, ¿vieron la película Historias mínimas? Si no lo hicieron... ya saben).

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LOS TEXTOS DE USTEDES


Karina
 
El reloj tictaquea
Le pido al tiempo
que pase más lento
para poder disfrutarlo
 
~
 
Las hojas secas
Ventanas
La calle
Los autos
El árbol
El perro
La señora
Enumero, respiro,
aprieto mis manos
La ansiedad va
esfumándose
 
~
 
En la noche fría
tengo el privilegio
del abrigo
 
~
 
Huelo casas calentitas 
ventana a ventana
Me apuro para
oler la mía
 
~
 
Tus abrazos que
me invitan al presente
Y yo, que intento
no pensar
cuánto tardará
en sonar la alarma
 
~
 
La veo girar
y girar
para encontrar
la posición correcta
en su colchoncito 
Veo esta escena
unas cuántas veces
al día
Todos los días
Y sé que jamás
voy a dejar de sentir
amor y ternura
 
~
 
Ya no me queda más
que verlos en sueños
construcciones de mi inconsciente
o que vengan especialmente
a visitarme cuando duermo,
me den la mano
un abrazo
y sentir, por unos segundos
el calor de lo humano
aunque ustedes ahora estén
mucho más allá de los cuerpos
 
~
 
Me cansé de correr
hacia zanahorias ajenas
y otras ilusiones
Lo que yo quiero
es estar sentada
con mi té y mi chocolate
viendo por la ventana
cómo el otoño se transforma
en invierno
 
~
 
Las caricias
los cuerpos
el amor
el arte
Es todo lo mismo
Es todo lo que nos va a salvar
 
~
 
Mi reflejo de hoy
no es el que más
me gustaría estar viendo
Aún así,
elijo verme y gustarme
 
~
 
¿Cuánto más vas
a tardar en saltar
a la pileta 
que llenaste vos?
 
~
 
Hace frío
y yo
me confundo
 
 
 
Claudia S.

1
Los grises pueblan el cielo,
la mañana resuena en el campo
y un rancho se desarma en la lejanía.

2
La sed del mendigo
se detiene en el empedrado.
Una frazada espera bajo el alero de chapa.
Llovizna y hace frío.
Pienso en el frío, en la llovizna y en las veredas húmedas.

3
En la terraza la ropa flamea
celestes, azules, tonos infinitos.
Subo los escalones verdes.
El viento anudó las telas.

4
El río perdió su voz y
ya no respira peces.
Puedo ver su lecho vacío.

5
Los niños juegan en la plaza y
la música los acerca hacia
 caballitos esmaltados.
Ellos los envuelven en la quietud de la tarde.
El más pequeño atrapa la sortija.

6
Los árboles se desnudan,
ceden el paso a la próxima estación y
nosotros nos cubrimos del incipiente invierno.
Ponchos de lana de alpaca, gorros con corderito y
 bufandas enormes nos protegen de esta helada repentina.
 
7
Escribo sobre papeles blancos,
desecho palabras de tinta.
Suena el timbre una y otra vez,
dejo los borradores en la mesa,
escucho un grito.
No es mi nombre.

8
La flor no crece,
la tierra se agrieta en la maceta
porque el agua ya no cae.
 Enmudeció en ese patio solitario.
 
 
Adri

1
Hace frío
mucho frío
no me gusta
prefiero la libertad
de andar descalza
y sin ropa
 
2
Desde la ventana
sigo con la mirada
esa hoja rojiza
que se desprende
abandona la rama
y vuela.
No quiero pensar adónde caerá
ese momento
suspendida en el aire
es la eternidad
 
3
La gata se estira
recostada en el marco de la ventana
obscenamente lame sus patas
ignorando por completo mí mirada.
Me fascina su belleza
puedo sentir el placer
de ese ritual matutino bajo el sol.
 
4
Pude amamantar a mis hijos
hoy mí hija amamanta
Veo su pecho que desborda
y a su bebé que demanda
con urgencia
llenarse de amor
 
5
Una hormiga baja del malvón
con su botín a cuestas
la siguen muchas hormigas mas
en el pasto está marcado
el camino al hormiguero
esquivan los obstáculos
Y avanzan triunfantes, seguras.
Quiero matarlas,
están pelando el malvón
pero no puedo negar que las admiro
Mejor las dejo ir.
 
 
Morena
 
Cuando la luz se va a dormir 
Me encuentra muy despierta.
La mente cae enredada 
Y se le salen los zapatos. 
.
El calor que se filtra
de la ventana del anden 
me recuerda a tu caricia
Y la bocina del tren opuesto me despierta.
.
No quiero fingir que es fácil,
A veces la pluma me pesa.
.
Los árboles de la cuadra me miran 
Y saben que necesito su canto.
Silban un rato 
Y la vida parece más liviana.
.
Una pequeña planta 
crece de una grieta en la cocina.
Gesto que me esperanza a que habrá 
algo de renacer en esta angustia que me aqueja.
.
El libro que en tus manos 
es música,
La voz tuya que tan 
acertada la acompaña. 
.
Que hubiese sido de mi 
sin ese abrazo de palabras 
de un puñado de gente 
extraña,
De siglos pasados,
De dolores y alegrías
Que tanto me interpelan.
.
No quiero fingir que es fácil,
A veces la vida me pesa.
.
Lo pienso, 
mirando la gente en sus rumbos:
La brújula siempre me 
hubiese apuntado el mismo camino.
.
El día se despierta y
Con él,
Una nueva oportunidad me calma.
 
 
 
Claudia V
 
Frío
El frío flota en las ventanas.
Nubes oscuras acechan.
La paloma esconde su arrullo
bajo un árbol desnudo.
 
La taza humeante del desayuno
trae aromas y caricias.
Veo tus ojos a través de la bruma del café.
 
Un gallo de lata
ostenta sus plumas de chapa colorida
mientras custodia la chimenea sin fuego.
 
Un baúl viejo y ajado
guarda los recuerdos del verano
y sostiene momentos felices
atrapados en marcos de madera.
 
Las hojas verdes
abandonan los jardines
alfombrados de ocres y amarillos.
 
En las plazas,
las hamacas crujen su vaivén
esperando las risas infantiles que no llegan.
 
El viento silba,
El sol timorato apenas sale
y la soledad invade el aire.
 
 
Laly
Poema 1

Sé que un ojo solitario me observa 
desde la cabeza moribunda de un ratón
la lágrima se estrena y enturbia mi mirada
el latigazo de un rebenque la espanta
 
El papel arrugado esconde  la dirección
y debajo un teléfono de código antiguo
testigo y sarcófago de un tiempo pasado
 
Ruegos silenciosos delante de la imagen
Qué desesperados no nublan su mirada
Debajo de un par de  párpados abanicados
donde duermen la inmensidad sus niñas
 

Poema 2
Queda el rocío a la vista y el pasto debajo
muerto de frío, de nieve, de lluvia y escarcha
que lo sigue matando y no lo sabe
 
Calza el cuchillo a su cintura con faja roja
y lo ajusta con la mano de ensillar
toma de ese lado la boleadora enamorada 
y atrapa la sonrisa  que pasa por ahí
 
Con mirada solitaria le acerca su presencia
hermosa rosa roja 
ofrecida a sus pies mojados por la escarcha 
la invita a caminar.
 
 
Laury
Humo de café caliente
que mueve la brisa
un vestigio de sol se deja ver
y el verso de aquella poeta
llega con la aurora
 
La tristeza hizo en mí
lo que la nieve a la tierra
el tiempo las hace invisible
sólo la tierra y yo sabemos
que siguen ahí…
 
En el parque un pájaro amarillo
se acerca con saltitos hasta mi pie
pude sentir que ambos
disfrutamos de la compañía
 
La oscuridad ahogaba
esa noche que la luna
fue un agujero por donde
se escaparon las estrellas
 
La frialdad de aquel ser
gritaba en silencio
todos sus inviernos
 
Hay indigentes de memoria
y con ellos
nada se puede hacer
 
Una siesta de junio
el relato de su madre
llegó cargado de
aromas de primavera
 
En el rincón de su querencia
está su sillón frente a la ventana
libros, cuadernos, una radio
la mesita con una copa de vino
y un gato que duerme en redondo
arriba de la mancha de sol.
 
 
La calabaza partida al medio
sonreía con sus dientes semillas
la limpié, preparé la sopa
y mientras se cocía en la olla
me preguntaba
cual habría sido el chiste

 

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LA MUSIQUITA DE HOY






Sin más motivo que haber leído la palabra "ciego" en el poema y recordar de pronto esta canción: El tuerto y los ciegos. Se las dejo por AQUÍ

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