martes, 1 de julio de 2025

16 ~ Jorge Teillier: Los trenes de la noche

  

¿Habrá alguien indiferente a los trenes? A su paso, a su espera, a habitar ese espacio particular, esa atmósfera distinta. ¿Habrá alguien indiferente? Leemos este poema de Jorge Teillier.





Los trenes de la noche
 
1
El puente en medio de la noche
blanquea como la osamenta de un buey.
Entre la niebla desgarrada de los sauces
debían aparecer fantasmas,
pero sólo pudimos ver
el fugaz reflejo de los vagones en el río
y las luces harapientas
de las chozas de los areneros.

2
Nos alejamos de la ciudad
balanceándonos junto al viento
en la plataforma del último carro
del tren nocturno.
Pronto amanecerá.
los fríos gritos de los queltehues
despiertan a los pueblos
donde sólo brilla la luz
de un prostíbulo de cara trasnochada.
Pronto amanecerá.
En las ciudades
miles de manos se alargan
para acallar furiosos despertadores.
 
Pronto amanecerá.
Las estrellas desaparecen
como semillas de girasol
en el buche de los gorriones.
Los tejados palpitan en carne viva
bajo las manos de la mañana.
 
Y el viento que nos siguió toda la noche
con cantos aprendidos
de torrentes donde no llega el sol,
ahora es ese niño desconocido
que se despierta para saludarnos
desde un cerezo resucitado.
 
3
Recuerdo la Estación Central
en el atardecer de un día de diciembre.
Me veo apenas con dinero para tomar una cerveza,
despeinado, sediento, inmóvil,
mientras parte el tren en donde viaja una muchacha
que se ha ido diciendo que nunca me querrá,
que se acostaría con cualquiera, menos conmigo,
que ni siquiera me escribirá una carta.
Es en la Estación Central
un sofocante atardecer
de un día de diciembre.
 
7
El sol apenas tuvo tiempo para despedirse
escribiendo largas frases
con la negra y taciturna sombra
de los vagones de carga abandonados.
y en la profunda tarde sólo se oye
el lamentable susurro
de los cardos resecos.
 
8
Una estrella nueva
sobre los cercos rotos.
Sobre los cercos rotos de orillas de la línea
a los que vienen a robar tablas este invierno
los habitantes de las poblaciones callampas.
 
9
Yo hubiese querido ver de nuevo
el pañuelo de campesina pobre
con que amarraste tu cabellera desordenada por el puelche,
tus mejillas partidas por la escarcha
de las duras mañanas del sur,
tu gesto de despedida
en el andén de la pequeña estación,
para no soñar siempre contigo
cuando en la noche de los trenes
mi cara se vuelve hacia esa aldea
que ahogaron las poderosas aguas.
 
13
Sobre el techo recién pintado de azarcón
de la bodega triguera
enredada en la humareda que deja el tren nocturno
aparece una luna con cara de campesino borracho,
enrojecida por el resplandor de los roces a fuego.
 
14
Podremos saber
que nada vale más
que la brizna roída por un conejo
o la ortiga creciendo
entre las grietas de los muros.
Pero nunca dejaremos de correr
para acompañar a los niños
a saludar el paso de los trenes.
 
De Los trenes de la noche y otros poemas - 1964


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LOS TEXTOS DE USTEDES


Kari
No muchas veces
he esperado 
a alguien
en una estación
El sábado esperé
a un unicornio y un zorro
de crochet
 
Esta vez lo espero
a él
Cuando la campana
de la barrera suena,
tomo distancia,
y abrazo la paciencia
 
No importa que sepa
que tengo tiempo de
cruzar las vías
No importa que sienta a
la gente apurarse
a mi alrededor,
le doy su paso al tren
me quedo con el mío
 
~
 
"El tren pasa una
sola vez"
¿Acaso esa gente
no recorre ciudades y pueblos?
¿Acaso no los detuvo
una barrera baja?
¿Acaso no vieron jamás
a un maquinista
demorar el cierre de las puertas?
¿Acaso esa gente no se subió nunca 
a la siguiente formación?
 
~
 
El roce involuntario
de los cuerpos contorsionados
Los alientos de las mañanas
Mochilas reclamando espacios
La adrenalina de no saber
si vas a poder subir
a ese tren
 
~
 
Nunca tomé un tren
a la madrugada
Si lo hago alguna vez
quisiera que me lleve
hacia la estación
De los deseos cumplidos
 
~
 
Las casas, casillas,
el verde, las plazas
el cementerio
las barreras bajas
y altas
la bocina que alerta
al partir de cada estación
 
~
 
En las mañanas
silenciosas
escucho la
bocina del tren

 

 

Claudia V
T  r  e  n  e  s
 
.
Escucho el traqueteo de los trenes al alba.
Pienso en mi madre.
.
Trenes largos, trenes cortos
¿Cuántos vagones? ¡Te gano hermanito!
Y matamos el aburrimiento.
.
Los trenes te alejan y luego te devuelven
Se llevan tus sueños
¿Volverás alguna vez?
.
Trenes de hojalata, trenes de colores
Trenes de madera sobre rieles en medio de la habitación
Traen la fantasía de la Navidad.
.
Trenes antiguos en viejas estaciones
Trenes viejos, amparo en la pobreza.
.
Trenes y sirenas
Anuncian tragedia
.
Trenes del reencuentro
Poblados de abrazos
Trenes de despedida
Poblados de lágrimas
Trenes “de la alegría”
Poblados de risas y fantasías
.
Trenes sobre el río
Espejan el alma
Trenes que rodean los cerros
Abrazan la inmensidad
El tren de las nubes
Buscando el sol
.
Trenes sin destino
Destinos sin rumbo
.
Tu beso en el tren
Ansiedad y sorpresa
Tu pasión, mi arrebato

 

 

Claudia S.
Escenas al ritmo de la locomotora
 
Un campo repleto de trigo se despliega a través de la ventanilla
y el asombro se posa en cada detalle.
El ganado con sus distintos pelajes
 busca sombra bajo los sauces.
Jóvenes estudiantes se trasladan de una ciudad a otra por tiempos breves
para visitar a sus familias y
un libro cae, cuando un lector se queda dormido.
Una pareja de abuelos cumple el sueño
de conocer El tren de las Nubes
en una provincia, donde la calidez se comparte
entre el clima y sus lugareños.
La noche interrumpe las charlas en los vagones y
cuesta cerrar los ojos porque el traqueteo
continúa en esa oscuridad a medias.
El ritual de la llegada a destino y
la ansiedad aumenta en pasillos atascados.
Un señor ayuda a bajar una valija y
todo transcurre en perfecta armonía.
Cajas de alfajores, bolsas con regalos, cajas de vinos.
Alguien espera en el andén a alguien con un cartel en la mano.
Ver una estación llamada Banfield y querer bajar muy rápido
para transitar esas calles.
Esas calles donde un tal Julio juega con sus cronopios y se embarran
los pies. Y corren hasta la estación para ver los trenes que le soplan historias.

 

 

 

Laly

Repleta de asombro miro las estrellas cabalgando sobre las ruedas del tren ellas me siguen acompasadas: uno, dos y tres volteando puntas, mirándome en nuestro recorrido y marcan dimensiones soñando Cascanueces uno, dos y tres, y otra vez lo mismo... Igual, igual, igual con donaire estiran sus puntas y de nuevo arriba, arriba, arriba.

Seis años tengo cada vez que arranca, mis ojos abiertos y mucha emoción mi lugar preferido es junto a la ventanilla, empujo y  lo ocupo -sin preguntar- pierdo la atención del  entorno y solo  la velocidad de lo nuevo importa. Lo reciente es trillado pero vale y al año siguiente lo mismo me hace feliz

El tren no se detiene, el silbato afina su sonido, una vez y otra más, por último más largo, ronco y fuerte saludando tan sonoro como el bajo eléctrico que conozco muy bien. Las estrellas son de música y brillan como lentejuelas fuertes y lejanas -se ven pequeñas como el iris de aquellos ojos que evoco. Ronda que te ronda suenan las ruedas del tren que adormece mi cansancio. 

Brisas de sauces llorones que repasan las piedras y estremecen los zanjones acarician los rieles y forjan los sueños de frutos que al paso arrecian sus cargas.

Brazos fuertes y manos hábiles saludan con sus gorras el paso del tren que arrastra aires de distancias y sueños desde tiempos que no se pueden cumplir.

Trenes con salidas de sol y otros con marchas de noche acunan fatigas desoídas más los duendes frágiles y solitarios arrullan las penas de muchos y pocos Con cansancio dibujan rostros pariendo ojeras en cuevas oscuras, amuchados. 

El día estrena abrazos con quienes esperan, el cansancio se despereza y con calma cantando se va:  "...Si miento un poquito ya me perdonarán". 

 

 

 

Morena
 
Me enternece la calidez de un vagón lleno.
Un momento que obliga a la gente a enfrentarse a una pausa. 
Quedarse ahí, cediendo toda confianza a un desconocido que conduce sin saber a dónde nos lleva.
La universalidad de ese hecho.
La suerte de ver a los trenes opuestos que se frenan juntos en la misma estación.
La mirada de dos que se pierden,
dirigiéndose, cada uno en su tren, hacia otro sitio.
Las ventanas de las casas que no saben que las estás viendo.
Las manos colgando dentro de los ganchos del techo, cargando el peso de todo un día de trabajo. 
Una madre de pie, cubierta de ropas y bolsos, cuidando de su hijo que duerme sentado en el único lugar que alguien les cedió.  
La pareja de ancianos que se agarra de la mano.
Unos chicos de uniforme riendo en el otro vagón.
El encargado de las puertas hablando con el vendedor de siempre. 
El sensual aroma de la comida de alguien que es esperado en casa.
Una lágrima que de tu ojo se lanzaba en caída libre en cuanto paraste el tiempo, contemplando por la ventana del tren. 
Todo se movía a tu alrededor: la calle y los autos de afuera, la gente dentro del vagón y el mismo tren con su vaivén monótono. Todo se movía, incluso tus pensamientos habían salido a caminar, cuando por fin te diste lugar a detenerte. 
Notaste que sentarte ahí y abrir la puerta fue un acto de valentía. 
Nadie más te ve, nadie más que vos misma. 
Y así, un rayo de sol no solo cubre, penetra.
Un viento no solo sopla, refresca.
Una nube no simplemente flota, sino que como todo, tiene un rumbo.
-
Qué difícil es hoy darse lugar a la pausa, y sin embargo el tren me ha regalado muchas.

 

 

Adri

Encerrada

Tengo ganas de ir al mar, los días empiezan a estar cálidos, me haría bien un poco de sol con la palidez que tengo parezco un fantasma y las chusmas de mis amigas que no paran de decirme que estoy flaca que las ojeras que porque mejor no como carne, que pesadas que se ponen carne quiero pero no precisamente para comer hace mucho que no estoy con nadie siempre del casa al laburo y del laburo a casa y si no viajando, cómo ahora encerrada en este puto subte a veces siento que vivo en un subte no veo la luz del sol y todo lo que escucho es un traqueteo constante que no se si son los vagones o mis huesos, lo que me queda claro es que la mezcla de olores me revuelve el estómago, tengo ganas de ir al mar, uh me olvidé de comprarle comida al gato el pobre no vive en un subte pero parecido se la pasa encerrado en el departamento cada vez más gordo está no puede ni saltar por la ventana pero por lo menos cuando llego a casa se acerca mimoso aunque sea para que le dé de comer, a mí me parece que le gusta vivir conmigo y el también disfruta de los mimos si no fuera por ese animalito que me da un poco de placer ya parecería un potus, ni eso, los potus son seres vivos, y yo encerrada en el subte por dios cuando llega, cada vez más gente sube nunca entiendo cómo entra tanta gente parece de goma está cosa, mejor sueño un rato con las olas la arenita tibia el sol y porque no un muchacho musculoso bronceado y simpático con ganas de retozar conmigo ahora que lo pienso no tengo malla y con lo flaca que estoy me deben quedar horribles las mallas que se usan ahora tienen razón las chicas estoy hecha un palo debería comer carne ni culo me queda, que ganas de tomarme vacaciones, quiero ir al mar y sigo acá encerrada en el subte, lo bueno de vivir en Buenos Aires es que tenés todo a mano dicen, a mano de qué? Yo vivo en San Miguel que es buenos aires y todo queda en la loma del culo, eso que ahora se hizo grande san Miguel hay más negocios pero para laburar termino siempre teniendo que venir al centro, viajando mínimo dos horas y metida como sardina en el colectivo el tren el subte nunca logro sentarme no sé cómo hacen algunas viejas para viajar sentadas siempre yo cuando subo hay gente hasta en el techo, ya me.decia mí viejo que estudiará que si no iba a terminar laburando como una burra de carga y bueno yo era una pendeja mañosa que creía que me las sabía todas, que pelotuda la verdad podría haber estudiado pero nunca supe que, no tengo una vocación como algunas personas que saben desde chicas que vinieron hacer a esta vida, cómo dice Nati la vida es una mierda pero a veces está buena, a veces no será cuando estás encerrada en un puto subte lleno de gente cansada transpirada y embolada, cuánto hace que no hablo con Nati, con lo bien que me hace reírme un rato con esa flaca loca y linda, esa mina es de oro la quiero tanto, porque será que dejo de hacer las cosas que me hacen bien, voy a empezar a darme más bola y quiero cambiar de trabajo, si, algo voy a estudiar así busco otra cosa que me deje más tiempo libre así me voy a la mierda a descansar un poco, tengo ganas de ir al mar, pisar la arena, escuchar las olas, sentir el sol en la cara y sigo acá encerrada en este maldito subte.

 

 

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CONSIGNA DE ESCRITURA (Y MUSIQUITA AL MISMO TIEMPO)

Bienvenidos al tren
La consigna de hoy es para que escribas un texto sobre trenes. Poesía o narrativa. Lo que quieras. Incluso podés tomar la forma de la consigna anterior y armar "historias mínimas", fugacidades, pequeños asombros pero que esta vez sigan a un tren, a varios trenes, a ese tren. Este poema también se acerca a esa forma de fragmentos que forman parte de un todo. Vagones del mismo tren.
Si alguna vez tomaste un tren, si esperaste a alguien en un andén (y no llegaba, no llegaba...), si miraste pasar los trenes con susto y todo desde un puente, si viajaste largas horas mirando campo, si percibiste el olor a tren de larga distancia, si te emocionó ver bajar a alguien (que por fin llegó), si te despediste con todo el dolor que produce un tren que parte... bueno, esta consigna es para vos. Si te pasaron otras cosas también, claro, nadie se va a quedar afuera del tren. Subite. Dale. Y escuchemos juntxs:





Podés subirte al tren de Sui Generis haciendo clic por ACÁ


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